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278 | SERMON VI. PRIMERA SEÑAL. OIR LA PALABRA DE DIOS. * Entre todas las señales de eterna predestinacion, ci guna es mayor, dice el gran Padre San Bernardo, que oir la palabra de Dios: Nullum majus signum. et predestinationis. Aquel ansiar el cuerpo por la coll es señal de que busca su aumento, que tiene salud,y apetece su conservacion; y apénas se halla un cuerpo desganado, quando ya se cuenta por enfermo. Dela misma suerte aquel arderse el: corazon en fervorosas ansias al oir la palabra de Dios, está claramente ma- nifestando la cercanía del Señor en las almas, aunque estas no le conozcan. Nonue cor nostrum ardens erat in nobis dum loqueretur? se decian los discípulos de Je- sus con admiracion alla en el camino de Emaus. ¿No es verdad que quando nos manifestaba las divinas Ese crituras, quando oiamos las palabras de Dios se encen- | día nuestro corazon cn santo fucgo? Pues tencd pat ¡ - Cierto, amados oyentes mios, que el que es. de Dios oye su divina palabra, y en esto no pongais duda: Qui ex Deo. est, .verba Dei audit (1). Es preciso dexar de e de ser ovejas de Jesucristo, para mo gustar de oirsu voz. Oves mee vocem meam audiunt , dice cl Señor: mis. ovejas oyen mi voz; y por no serlo vosotros, dexais de oirla: Propterea vos non auditis, quia ex Deo non es (1) Joan. Cc. yut V- 47: NS > 19199 $ e a
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