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DE LA MUERTE DEL JUSTO Y DEL PECADOR, 249 la pregunta de quantas le hagas. Los Stilitas , los Arse- nios, los Macarios y otros muchos ilustres penitentes que asombraron el mundo desde los desiertos, quando consideraban que iban á luchar con toda una eternidad, yqueal primer choque se decidia su suerte para siempre, se estremecian atónitos de espanto; y considerándose como un átomo imperceptible delante de la inmensidad de Dios , se aturdiany aniquilaban. Pecadores, amados - pecadores de mi alma, reflexionad que estos hombres insignes de quienes hemos hecho mencion, y otros las numerables que omitimos, podian muy A decir con el Apóstol San Pablo: Nibil mibi conscius sum. No-nos - temuerde la conciencia de algun pecado: nos parece que —sitavimos la desgracia de irritar 4 Dios con nuestras - culpas: le hemos procurado aplacar con frutos dignos de penitencia; nos persuadimos que nos habrá perdonado, | que nos hallarémos en su amistad: Lo deseamos así; mas no lo sabemos con toda certidumbre. Nuestra con- ciencia nos da un restimonio favorable; ¡pero ay! que no podemosjustificarnos por eso. Es Dios quien nos ha | dejuzgar: él ve infinicas cosas en nuestro corazon, que nOsotros.no percibimos. ¿Quién entiende sus delitos ocul- tos? ¿Quién ha comprenhendido jamas la extension , la universalidad y la gravedad de los pecados que han po- dido seguirse de nuestros escándalos? ¿Si:Dios halló maldad en sus Angeles, qué hallará en-los hombres? Sed non in boc justificatus sum: qui autem judigat me - Dominus est. Así hablan los justos, así tiemblan los San- TOM». IV. 1 |

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