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DE LA MUERTE DEL JUSTO Y DEL PECADOR. 239 al triste pecador en una cama con la última enfermedad, - Supuesto que es enevitable que lenta ó arrebatadámen: re ha de morir. Acerquémonos 4 á su espíritu; f medite- mos sobre su triste situacion, y veamos como la: mes moría de lo pasado le despedaza el corazon con los re» - mordimientos mas crueles. Todos los placeres de la vi> - da, Sus riquezas, sus empleos y sus pecados pasáron -gomo una sombra; pero no pasáron “ni dexarán de - existir jamas en su memoria , por el mal uso que: hizo ; de ellos y de su libertad. Transierunt 4 manu-, dice él - dado San Bernardo, sed non á mente. ¡Qué tormcm 0 para una alma' representársela wivamente lost peca- - dos que cometió, y las virtudes que pudo practicary que lastimosamente omitió! No:es facil hallar imagen mas viva de “esta! pavorosa verdad que- loque nos reñe- te la divina Escritura del: Rey Antiocho. ¡Despues de | la desgraciada expedición que hizo contra la'ciudad y plaza fuerte de Elymaides en Persia, sabe que uno de sus exércitos', mandado 'por el gencral'Lysias , ha si- do derrótado por los Judios; y oprimido de tantas dese Po p gracias cae en la cama con una enfermedad mortal, y llamando 4 sus amigos les dice sumergido en la mas Profunda tristeza : ¡O qué grande es mi tribalacion! Yo que ántes vivia alegre , y era amado y respetado de todos por mi- poder , ahora me veo sin exércitos, sim gusto y sin descanso. In quantam tribulationeí deveni! Ahora me acuerdo de los males que hice en Jerusalen: añora se me representan los robos sácrilegos de: las *ri- /

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