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SOBRE EL DESAMPARO DE DIOS, SC. 217 debe hacer caso alguno? ¿Y aún se admiten y buscan e el especioso pretexto de conocer el mundo , de sa- ber vivir alegres, de ser unas prácticas recibidas y mo- dales de buena crianza? ¡ Bello uso, y politicas del buen gusto! ¡O católicos! ¡O padres de familia, entended bien que este es el principio de vuestra perdicion, y la de vuestros hijos! De aquí procede el desarreglo de cos- tumbres , y el desconcierto de la vida. Aquella donce- -Jlita hubiera sido siempre casta, honesta y virtuosa, si u madre en aquel infeliz dia no la hubiera llevado al bayle, al paseo, 4 la comedia: alli recibió su corazon as primeras instrucciones para la maldad: allí advirtió Jaaccion, el chiste, miró la moda, que despues pro-= duxéron:en su corazon los deseos de parecer bien, de tratar con los hombres, y de conversar con ellos. Con la vista, conversacion y trato perdió poco 4-poco el ru- bor, el recato, el encogimiento: hízose de la cofradía de las alegres , marciales, juguetonas y desahogadas: de quí al pecado mas enorme no hay mas que presentarse li ocasion; y una vez cometido, ya está aquella alma en el extremo peligro, porque aunque: al principio con - el temor del castigo dexe el pecado, y estimulada de su propia conciencia , se reprehenda vivamente, se lamente y gima; con todo, como el dolor es mas por la pena, que por la ofensa de Dios, presto vuelve 4 cacr: nueva caida, nueva penitencia; pero no tan pronta, ya es con ménos: resolacion, menos dolor, ménos confusion, y ménos propósito: ved ahí 4 una alma que va ya a caer TOM. 1V. EE

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