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212 ] SERMON IV. 4 un continuo desprecio los socorros de su divina gracia y el que ha abusado tantas veces de las: divinas¡ad raciones, viene 4 ser castigado con una ceguedad pal. able y espantosa. Porque por «una parté el pecador amontonando «culpas. sobre culpas se ciega mas por sí aismo: por. otra parte Dios en pena de aquellos ex. cesos, «siempre disminuye la luz de su gracia soberana, y llega-el pecador 4 un estado tan deplorable, que ni advierte: sus culpas, ni conoce sus maldades: de aquí -nace en la voluntad una excesiva pereza y, una suma -dificúltad para obrar bien , y un continuo yelo en el co- razon, así obscurecido el entendimiento y obcecadala | woluntad, sé endurece de modo el: corazon, que lejos de buscar remedio 4:su mal, léjos de admitir.un buen “pensamiento para convertirse a Dios :y mudar de vida, se alegra y divierte-en aquel infelicísimo estado. Nole ablandan las inspiraciones divinas, no le arerran los cas- tigos, no lo amedrentan la: muerte, el juicio ; ni el in “fierno: no le mueven: los sermones; no le animan dos exemplos, no le aprovechan los consejos; y en una par Jabra , todos los mas eficaces medios que se pudieran «aplicar son no solo inútiles, sino que son nuevos car “gos para un corazon endurecido y desamparados; yd | -que llega ya 4 estado! tan. infeliz no dista sino un pao de su eterna condenacion. ¿No Os parece que este esel “mayor mal, la infelicidad mayor y la única que debe «temer ún cristiano? ¡Bien quisiera yo representaros tanta desdicha con tan: vivos colores) que «penetrados vues”
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