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DE LA OBLIGACION DE AMAR A LOS ENEMIG. 1.97 donamos; ¿y Seremos tan insensatos , tan temerarios y tan obstinados en nuestro pecado, que todo lo abando- “nemos por una vida infeliz, inquieta y turbulenta; por una muerte pésima , y por una condenación ciertisima? 10 locura! ¡O frenesí digno de llorarse con lágrimas de sangre! Pero este es cabalmente el castigo que sufrirá irremisible mente CE FERCO FOSO 12000104 95200 di EL CASTIGO. - Siendo una verdad de. fe», intimada por el Sacrosan- i 10 Evangelio, que los misericordiosos alcanzarán mise- sicordia, se sigue indisputablemente por una razon cla- ra y demostrariva que los rencorosos , los que no per- donan los agravios recibidos, los que no usan misericor- dia con los que los agraviáron, no alcanzarán el per- - don de sus pecados, no hallarán misericordia en Dios, y serán para siempre excluidos de la Gloria (1). La va- a con que midieremos á: nuestros próximos, será la regla econ que Dios nos medirá; y no habiendo potestad en la tierra para inmutar esta ordenacion divina, si - negamos el perdon 4 nuestros enemigos no esperemos el perdon de nuestras culpas, aun quando nos arroja- ramos a. los. pies del mismo Sumo Pontifice. El Papa, no de otra suerte que el mas pobre y obscuro de los Ministros del Señor, sabe que nada sirve la absolacion (1) Beati clica: : quoniam ipsi misercordiam consequen- | tur. Matth, C. Y. v.7. q
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