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DE LA CONFESIÓN SACRAMENTAL. 89 No lo entendais de aquella mala vergitenza, de aquel ruboró- empacho criminal de que oprimidas algunas al- mas ocultan “sus miserias al Ministro de Jesucristo. No señores. EstW' vérgitenza trae 'al penitente mucho mal; mucho dañó; y le hace cometer un grande pecado de sacrilegio en: la confesión , y otro no ménos horrendo eñ la comunión , en la que come y bebe su juicioy condenacion eterna, recibiendo indignamente el cuer- po y sangre del S ñor. Por eso dice el Espiritu Santo: Est confusio adducens peccatum. Hablo de aquella san- ta “confusión; de aquella virtuosa vergiienza dequese cubre el pecador al conocer con la luz del cielo la feal= dad de sus culpas, lo apreciable de la divina gracia que perdió por ellas , lo inestimable de la gloria , de cu- - ya posesion le destierean, lo interminable de las penas 4 que le destinan, y la infinita bondad y amabilidad de Dios de quién para siempre le apartan; y con estos _provechosos pensamientos se humilla , se-confunde ., Se avergiienzá el alma hasta no atreverse 4 levantar los ojos en el templo del Señor; como aquel arrepentido Pas blicano. Esta es la vergiienza de que os hablo , y la que debe acompañar 4 la manifestacion de vuestras cul- pas“en el tribunal de la penirencia”, si prerenideis con seguit , comó dice el Espíritu Santo; muchasgracia y mucha gloria. Et: est confusio adducens gloriam: et gratiam. 0079 EODADO de 9 EI 2 Ip ST De esta precisa condición! carecentos querse alabon del'mal que han hecho , y-se glorian del pecado come TOM. IV. M

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