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416 DOCTRINA XXXI, presencia. Concedednos aquella pureza de corazon, sin la qual se encuentra con la muerte , recibiendo la vida. Concedednos el que nos probemos á nosotros mismos , y sondeemos nuestro propio corazon para exáminar si vive, reyna: y domina en él vuestro amor con preferencia 4 todo. Haced que aquellos de entre mosotros que han tenido la desgracia de perder porel pecado el precioso tesoro de la justicia, con- sigan la gracia de recobrarla por una sincera peni- tencia, que restableciéndoles en los privilegios del bautismo, les adquiera el derecho de sentarse en vuestra mesa con vuestros hijos. Dadnos 4 todos la santidad con que quereis sea adornada vuestra casa: purificad nuestra alma de las menores faltas, destruid los afectos que nos arrastran á ellas : haced que: los lloremos sinceramente en vuestra divina presencia, y que sin cesar procuremos reprimirlos y destruir- los, Quitad de nuestros corazones quanto pueda des- agradaros, y hacernos ¡adignos de recibiros: dad= nos la hambre y sed de la justicia, el ardiente deseo de uniraos 4 Vos con una caridad heróica , que cada vez vaya en mayor aumento. Dadnos finalmente una , viva fé, una firme esperanza, una ardiente caridad, una profunda humildad, y un perfecto reconocimien- to, para que despues de haberos recibido acá a2baxo oculto baxo el velo de este adorable Sacramento, tengamos la felicidad de veros sin nubes en la glofia celestial, donde sereis nuéstra alegría y felicidad con vuestro Padre y. el Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amen. | “FIN DEL TOMO PRIMERO.

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