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CONTRA EL JUEGO: 329 la humildad ! Estos y otros innumerables males que omitimos por no hacernos interminables , son los efectos de esa que llamais ciencia de todas las eda-= des, entretenimiento inocente de todas las perso nas , recreacion lícita de todos los espíritus. ¡ Insen- satos ! por el fruto se conoce el árbol. Reflexionad vosotros qué árbol “será el que produce pérdidas de tiempo, pérdidas de salud , pérdidas de hacienda , de- seos insaciables de los bienes agenos, y revolucion general de las pasiones. ¿Que árbol será el que pro- - duce iras , soberbias , venganzas, pendencias , muer- tes, trampas, engaños , deshonestidades , olvido de la salvacion, y ... qué sé yo que mas ?¡ Mi Dios, qué ce- guedad !; Quién hay que ofrezca su casa á los juga- dores, sabiendo que va á hacerse participante de tan- ta infinidad de pecados 2; Quién consiente en su casa el juego , permitiendo que á su presencia'se crucifique al Hijo de Dios con tantas culpas? Intelligite hec qui obliviscimini Deum. (2). Entended esto , jugadores: ¿ Qué será de vosotros en la muerte?¡ O, qué apuros! ¡Qué desesperaciones! ¿Pues qué: remedio? Oidlo en esta SEGUNDA PARTE. Dixe en el principio de esta doctrina que venia 4 hablar sobre los juegos lícitos y honestos , en: lo qual suponia con Santo Tomás (b) que los habia, y que de ellos podian “servirse los hombres para su. descanso y moderada diversion. Y á la verdad , ¿qué cosa mas arreglada y puesta en razon, que el que una persona fatigada de los negocios sérios , y abru- - mada con el peso de 'sus obligaciones, respire algun tanto, esparza su ánimo , y recobre las fuerzas cor- a) Psalm. 49. V. 22. j ] b) Div. Thom. in 4. dist. 16. quest. 4. art, 29 TOMO I. TT
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