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p r , -z . y kl Ds e 4 F -» > ] 328 Dpocrrina XXV. derlo, ni tú ganarlo. Las leyes del reyno declaran nulas todas las ganancias pequeñas ó grandes en los juegos de suerte, y ponen término á las que inter. vienen en los juegos permitidos. Si son de aquella clase, Ó exceden de ésta, ya no las bacen suyas los jugadores, y deben restituirlas. Esto mandan nues. tras justas y sábias leyes: quien las atropella, des. obedece al Soberano de la tierra, y ofende al Dios del cielo. Si la cantidad ganada no proviene de los juegos de suerte, ni excede la giiota señalada en los juegos lícitos , tambien os encargaria la dieseis á log pobres : de ellos era en las manos del que la perdió; no ha mudado de naturaleza por haber pasado á tus manos. : i | -5 Por último, el juego habitual arrastra á los movimientos de la ira, y pone fuego á todas las pa- siones. La-paciencia es una virtud poco conocida,y ménos practicada del jugador, Qualquiera seña, qual» quiera palabra , qualquiera accion, una mala jugada arrebata el juicio, trastorna la prudencia, y preci. “pita al jugador en juramentos, maldiciones , blas- femias, Golpes sobre la mesa, desentonos en la voz, llamas en los ojos, ceño en el “semblante , inquietud en todo el cuerpo, palabras picantes, torpes,-pro- - vocativas, y expresiones desvergonzadísimas : ved ahí lo que se oye con gran frecuencia en el juego, ¡ Quántas pendencias, quántas heridas , quántas muertes nose han originado en los juegos! ¡Quán- tos hombres, por otra parte honestos, corteses y virtuosos , entrando en el juego , saliéron de él sin política, sin crianza , altivos, iracundos, insufri- bles! ¡ Quántos hijos obedientes ántes, salieron del juego incorregibles, impíos y perversos! ¡Quántas doncellas vergonzosas, puras, amables y modes- e tas ántes, halláron en el juego la ruina de su cas» tidad , la pérdida del pudor, de la modestia y de

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