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CONTRA LA OCIOSIDAD, Kc. 318 binales , pregunten los comerciantes y” militares: pregunten los poderosos y los mendígos... ¿Para qué me canso en individuar? Pregunten todos los cris- tianos 4 su misma conciencia , quantas veces se han acercado: con una vida irreprehensibley en gracia de Dios al tribunal de la Penitencia; y si no quie= ren mentir al Espíritu Santo, ella responderá sen- cillamente en obsequio de la verdad, que unos ju- rando , otros maldiciendo : estos murmurando , y aquellos embriagándose : unos luxuriando , otros ro- bando : estos dominados de la soberbia ó la pereza, aquellos de la envidia Ó la avaricia: unos entre- gándose á todos los placeres de una vida munda- na, otros malgastando sus haciendas en juegos ilí- citos; y casi todos llevando sin paciencia, sin hu- mildad , sin castidad y sin caridad los trabajos de su estado, de su empleo y de su oficio, es rarísi- mo , rarísimo el que ha tenido una vida inocente Ó penitente, como es menester tener para que sus -dias sean llenos de buenas obras , y no vacíos y ocio- sos para el cielo. Asi lo afirma el Espíritu Santo quando dice : Omnes declinaverunt , simul inutiles fac= ti sunt (a). 2 La segunda condicion que debe acompañar 5 la vida laboriosa para que no sea inútil y reputa- da como ociosa delante de Dios, es que todas sus obras sean hechas por Dios, por la consecucion del cielo, en donde veamos, conozcamos y gocemos á Dios, que es el dichoso fin para que el Señor nos crió. Toda obra , por grande , por brillante que sea de= «lante de los hombres, se reputa por nada delante de Dios, si no fuere hecha con esta pureza de in- tencion , con este recto y santo fin. Podremos mo- rir cargados de años, pero serán sin ella vacíos de (a) Psalm. xml v: 3. TOMO I, RR
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