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E E o > 7 SOBRE LOS PROPÓSITOS ,¡KC. 303 cido al Señor en la oracion. Leed las vidas de los Santos, y vereis demostrada hasta la misma eviden- cia esta verdad. Leed la vida de las Teresas de Je- sus, las Catalinas de Sena , las Rosas de Lima, los Alcántaras , los Juanes de la Cruz, los Cupertinos y otros innumerables, y en cada uno kallareis ilus- tres exemplos de esta verdad. Ellos eran semejan- tes á nosotros en la naturaleza humana, padecié- ron tentaciones como nosotros, experimentaron se- quedades, amarguras , tédios , obscuridades y des= amparos interiores , mas terribles que nosotros; pero - ayudados de la gracia de Dios, y sostenidos con la oportuna doctrina de sus directores espirituales , sa- -— lieron de sus apuros, triunfaron de sus enemigos, y - practicando los propósitos hechos en la oracion , lle- garon 4 una eminente santidad en la tierra, y á una felicidad inexplicable en el cielo. ¿Qué nos detiene á nosotros, amados mios? Si labor terret , merces invitet , decia San Bernardo. Si os amedrantan los trabajos, les premios os ani- men. El trabajo es breve, la gloria infinita y eter- na: ¿quién será tan necio que no compre una eter- nidad de bienes por una bora de leve penalidad? Nada nos detenga, señores, nada nos acobarde. Di-. gamos á nosotros mismos lo que decia San Agustin: Et tu non poteris quod isti , et istee? Mirábase el Santo atado con las cadenas de la dest.onestidad en su juventud : veia varios jóvenes y doncellas, pu=- TOS, castos, limpios ; y avergonzado y lleno de con- fusion se reprehendia á sí mismo, diciendo: ¿es po- sible que rú no puedas lo que pueden estos y estas? Digamos lo mismo nosot:os. Tantos jóvenes y don= cellas se dedican á la oracion: tantos casados y ca- sadas: tantos Sacerdotes, tantos religiosos y reli- glosas: tantos de nuestro estado, empleo y oficio

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