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A DE LA OBLIG. DE LOS se 185 - hubieran castigado sus madres! ¡Ay! ¡Qué conse- qiiencias tan funestas para los padres y madres omi- 50s en esta grande obligacion! Toda la dificultad consiste en que el castigo sea -gpotumo, y sea moderado. Un castigo fuera de tiem- , de nada sirve: un castigo inmoderado , mas irri- 1á y desespera que aprovecha. De dos modos pueden pecar los padres contra esta oblig cion: el primero por exceso, el segundo por defecto. No pretendo seais tan indolentes y omisos como el Sumo Sacerdo- te Helí, que por no castigar los desórdenes de sus hi- jos, fué muerto repentinamente; pero tampoco quiero seais tan crueles o Herodes, que por unas ligeras sospechas eencarceló y quitó la vida á sus dos hijos Aristóbulo y “Ale ro. ¡No «pretendo, ó madres, Que sejas tan severas como la Emperatriz Irene, que - mandó sacar los ojos á su propio hijo Constantino, porque habiendo llegadoá ser Emperador, la depu- so del gobierno; ni quiero seais: tan crueles come «Deutera, Reyna de Francia, que mandó matar á su - misma hija, la mas bella dama de su tiempo, sin mas motivo que el vano recelo de que su marido en se- sE nupcias el Rey Teodoberto la amase con pre- ferencia. No, señores mios, estos fuéron unos exem- plos de la mas horrorosa crueldad: para no incurrir en ellos, es menester conocer cuidadosamente el ge- nio de vuestros hijos: sin esta previa noticia , que la cónsidero de suma importancia, jamas será el Casti- go oportuno ni'moderado. Si el genio de vuestros hijos es tierno ,.dulce, pacífico y afectuoso, una mi= rada severa será bastante: toda:otro castigo le tengo por superfluo. Su mismo temp amento, inclinado naturalmente á la piedad, les en rostro con su defecto: la vista severa y como enojada de sus pa- dres los llenará de rubor, y esto es bastante castigo” para ellos. Si el genio de vuestros hijos es impetuoso TOMO 1. AA

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