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DE LAS DISPOSICIONES, Kc. 133 El verdadero y mas principal fin de los que abra- zan el estado del matrimonio es el de tener hijos. Así nos lo representa la santa Escritura en los Pa- triarcas de la antigua ley. Ellos, dice San Agus- tin (a), no buscaban en el matrimonio sino la des- cendencia para tener parte en Jesucristo, á quien como Mesías esperaban. Las santas mugeres de aquel tiempo, dice el mismo Santo , se casaban, no por se- guir los deseos ó inclinaciones de su carne, sino por tener hijos; entre los quales pudiesen algun dia con- tar ásu Redentor. Los cristianos no pueden casarse con el fin de contribuir al nacimiento del Mesías, por- que ya ha venido; pero si ellos no pueden dar al mundo á Jesucristo segun la carne, pueden dar hi- jos que sean coherederos con Jesucristo segun el es- píritu. Pueden y deben desear tener hijos que sirvan 4 Dios, al estado y á la Iglesia, quando ellos por su vejez ya no puedan. Deben desear con David, que su descendencia sirva á Dios: Semen meum serviet ip- si (b). Quando yo haya muerto, ó quando esté viejo, no podré alabar4 Dios, bendecir 4 Dios, servir á Dios, pero tendré hijos que lo harán por mí: ten- dré hijos que serán buenos Sacerdotes, buenos Re- ligiosos, que cantarán dia y noche las divinas ala- banzas, y servirán al Señor en otros varios” ministe- rios: tendré hijos que defenderán la patria con su valor, que la honrarán con su sabiduría, que la ennoblecerán con su integridad , su aplicacion y su virtud: tendré hijos útiles al estado, útiles 4 la Igle- sia, y que servirán fielmente al lustre del sacerdo- cio y del imperio: Semen meum serviet ipsi. Ved ahí los fines honestos y cristianos que se pueden pro- poner en el matrimonio : el lograr una buena cóm- pañía para los alivios y trabajos: el tener ua reme- (a) S, August. de bono conjagali , cap. xx (b) Psal, di. ha l. +*
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