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EQ > as DOCTRINA pe mos nuestras costumbres, busquemos los desórdenes de nuestra vida, y avergonzados con una saludable confusion á. la vista de nuestras culpas, volvámonos al Señor con todas las veras de nuestro corazon. He ahí las dos cosas que debe practicar el que trate de hacer su confesion general. La primera un exámen exácto de todos los pecados de obra, palabra y pen» samiento: Scrutemur vias nostras, ef. queramus. La segunda una conversion: verdadera á Dios nuestra Señor acompañada del mas profundo dolor: Et re= vertamur ad Dominum. Vamos á explicar una: y otra á mayor gloria de Dios, y a de vc almas. PRIMERA. Es menester sentar como un principio del rd cierto, y como una verdad enseñada constantemente en nuestra santa religion, que nada bueno pode- mos hacer en el órden sobrenatural sin el: auxilio de la divina gracia. En el Evangelio de Jesucristo se nos dice con la mayor claridad: Sin mí nada po= deis hacer (a): nuestra suficiencia ha de venir de Dios; y no solo obrar con perfeccion el bien, pero ni principiarle,, ni-aun quererle como conviene po- demos sin el auxilio del Señor. Por esta causa toda persona que trate de hacer su confesion general ha de empezar su grande obra recurriendo á Dios, para que ilumine su entendimiento para conocer sus cul- pas, é inflame su corazon en el diviao amor para | aborrecerlas. Debe postrarse en la divina presencia con un espíritu de verdadera humildad, y decir 4 Dios como el Santo Job: Quantas habeo iniquitates et peccata: scelera mea et delicta ostende mihi (b): 'mani- | (a) Sine me nihil potestis facere. Joan. cap. xv. y. $. ; 0 Du porests fucere, Joan. cap. xr, Y. $ o iniquitates es peccata; s¿celera: meami delict. Job, C, XXL-V, 9+ 26.
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