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96 DOCTRINA VIII. con razones invencibles, y ilinetdicdós irrefragables y desvanecer toda esa grande fuerza que las almas se figuran en la pecaminosa vergiienza que las domi. ña, y espero en la bondad de Dios, y en el patro- cinio de María Santísima, madre del Pastor bueno, - que al fin de esta: doctrina ha de haber desaparecido de tal suerte, que ya no tengan dificultad en confe= sar todas sus ulpas. Escuchadme con toda vuestra atencion. | Un lobo quando «se abalanza á una oveja, lo: pel mero que hace es, dice el Padre San Agustin, echar- . le la mano á la garganta, para que no balando la oveja, ni los perros la defiendan, ni los pastores se la quiten, y así pueda llevarla, despedazarla , y Co- merla: Ecce lupus guturem ovis aprehendit. A este modo podemos nosotros considerar que sucede quan= do el lobo del infierno echa la mano á alguna alma, oveja de Jesucristo, por haber ella cometido algun grave pecado, pues lo primero que hace es apretarla la garganta con una funesta vergiienza, para que - no hablando en la confesion , los perros y pastores ' de la Iglesia no la defiendan, y él pueda llevarla y sepultarla en el infierno. Cigco respetos podemos con- -siderar en esta mala vergiienza, que ála manera de cinco dedos ó cinco uñas del lobo infernal, oprimen - el alma dando una fuerza estraordinaria á su con- fusion 6 su rubor. El primero por el temor servil á Dios : el segundo por el engaño del demonio: el ter- Cero por el respeto al confesor: el quarto por la gra- vedad de la culpa: y el quinto y último por la es- timacion de sí misma, quese le figura perderá. No hay efugio. Por alguno ó algunos de estos capítulos se callan los pecados. Vosotros vais 4 oir como se desvanecen estas dificultades, y levantan estas for- dE midables uñas del demonio que tanto daño hacen en las almas.

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