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92 | DOCTRINA VII, sus pecados como á las primeras caidas, y que des. pues de centenares de palabras que han dado en el tribunal de-la Penitencia, mo han cumplido nin- guna, ni puesto los medios -€ficaces: para, salir de bna vez de sus desórdenes, ni cumplido las peni= tencias medicinales dirigidas 4- separarlos de' los peligros, apartarlos de: las ocasiones, y encami- narlos por la virtud; ni satisfecbo las vindicativas, | aunque por desgracia hayan. sido tan: leves como en el dia suelen darse. No, amados mios, ya no. puedo comprehender que aborrece la ponzoña el. que todos los dias se envenena, ni que detesta la maldad el que se halla voluntariamente: sumergido. en ella. Dios no manda imposibles : la ley santa. y divina es observable con el auxilio que nos con-. cede de sus gracias: luego si no la observamos, es. porque no queremos eficazmente. Convengo en con= ' fesar de buena fé que los pecadores envejecidos ' se hallan como atados: con las cadenas de la culpa. * Así lo confesaba David quando decia : Funes pec- catorum circumplexi sunt me (a). Es cierto. tambien - que los malos hábitos son dificiles- de arrancar, y * exigen esfuerzos extraordinarios en las criaturas: pero Dios nuestro, Señor nos ofrece su. gracia .po- derosa para vencer. esta grande dificultad; Dios nos manda romper las cadenas de los «vicios que nos oprimen y,:abruman : luego podemos y debe- mos despedazarlas por medio de una buena confe* sion general. Sí señores. Así lo-manda su divina Ma- gestad quando nos dice: Solve vincula colli: tui, cap- tiva filia Sion (b). | AT , - Por último, deben hacer confesion general los q han callado por vergiienza Ó malicia alguno algunos pecados mortales; pero esta es una mate- (a) Peal. 118, v. 61. (b) Isai. 52. v. 2 +
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