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SOBRE LOS ABUSOS, ÚC. 77 un estado de muerte en que no dareis jamas un paso para el cielo miéntras no os resolvais á declarar vues- tros pecados? ¿No advertís que venciendo esa peca- minosa vergiienza obedeceis á Dios y'adquirís estima- -cion en la tierra, y lograis muchos méritos para el cielo? ¿Será acaso ménos perjudicial Ó mas razona- ble la vergiienza que proviene del confesor? Nada ménos: vedlo claro. y PESE: > N “E EL confesor es un juez en el tribunal de-la Peni- tencia ; pero un juez revestido de tan alta y sublime dignidad, y de una jurisdiccion tan sin límites, que por ella es admiracion de los Angeles del cielo, y en su” presencia se arrodillan y postran los Emperado- res, los Reyes y los mayores Príncipes de la. tierra: “una jurisdicción -que les confirió Jesucristo quando les dixo: recibid el Espíritu Santo, para que podais perdonar los pecados de los hombres: aquellos que perdoneis , quedarán perdonados ; y*aquellos que no perdoneis, no serán perdonados. Esta'jurisdiccion ad- mirable,; quién no ve por las palabras mismas de su institucion que €s' para vúestro bien, y'no en manera alguna para vuestro mal? ¿Para vuestra edificacion, como dice el Apóstol San Pablo , no para vuestra destruccion? ¿Puede haber vergiienza mas insensa- - ta que la que se tiene al confesor: á un hombre re- vestido de una autoridad divina, que admira el cie- lo y la tierra, y que está unicamente instituida pára hacer el mayor de todos los bienes, que es el perdon de los pecados? Confesad ingenuamente la verdad: ¿ podria darse miedo mas injusto que el que se tuvie- se á una persona destinaday ocupada toda en vues- tro provecho y utilidad ? Aun si el rubor, si el em- pacho, ósi el miedo, fuera recelando que habia de descubrir vuestros delitos, ya podriais tener “alguna legítima excusa, mas por dicha vuestra estais firme- mente persuadidos á que esto no acontecerá jamas. '
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