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68 DOCTRINA VI. Dios no carecen los pueblos de médicos y medici- mas. Direis que hay sacramento de la Penitencia, y ministros virtuosos que le administren. Pues si esto se halla , señores, ¿cómo hay tantos enfermos en el alma? ¿Cómo sanan tan pocos de sus peca- dos? ¿Cómo las pasiones tiranizan tanto los espíri- tus? ¿Cómo los vicios reynan sobre los corazones humanos? Quare non est obducta cicatrix filie po- puli mei? si No hay cosa mas fácil que responder á esta pre- gunta, si miramos los abusos que se cometen en la recepcion de los Santos Sacramentos. Todo el mun= do sabe, que si 4 la mas saludable triaca se le aña- de uma parte de veneno, en lugar de servir de pre- servativo al enfermo, le acabará miscrablemente la vida. De, la misma suerte nadie ignora que el sa= cramento.de la Penitenci a es la segunda tabla para salvarnos del naufragio de la culpa: es una con= feccion prodigiosa para sanar de las enfermedades del alma; pero si se abandona esta tabla, si el ve- neno de los abusos. se mezcla con esta saludable confeccion, en vez de salvarnos del naufragio nos sumerge, en lugar de sanarnos irremisiblemente nos mata. Es el sacramento de la Penitencia el que sa- ca los pecadores del cautiverio del demonio : por él se perdonan los pecados, restituye á la gracia y amistad de Dios, da derecho á la vida eterna, Coloca 4:las. almas. que dignamente le reciben en a clase ide hijos amados del Padre de las miseri- cordias, y Dios de.toda .consolacion. Todos estos maravillosos efectos y otros muchos causa en las almas este admirable Sacramento; mas toda su virtud se inutiliza.en dos especies de espíritus opues- tos entre. sí, pero conformes en abusar de esta ce- lestial medicina : los unos por nimiamente parleros, y los otros por demasiadamente silenciosos. Dicen unos

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