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esta Isla para perdicion de muchas almas. Con tra este infame libro prediqué una y muchas veces, porque debia predicar; y ni el Sr. Governador ni otro alguno me podian dispensar de esta obli- gacion. El tal libro contiene proposiciones heré- ticas, y horrendas blasfemias contra N. Redentor Jesuchristo ; destruye y rompe el lazo de oro que une á los hijos con sus padres; pone el desorden y confusion en las familias, y mina las bases del estado. ¿Y como podia yo callar quando un libro tan infame, prohibido por toda ley, se vendia. y circulaba en manos de la incauta juventud ? Go- mo podia yo callar quando se vieron jovenes , y aun criaturas de pocos años, que fundados en las malditas doctrinas de este libro, pa la obediencia á sus padres? Desde el segundo Domingo de quaresma em- pezé á exórtar al Pueblo á que evitase este y otros libros perjudiciales y+pero. ca mas psa al citado Pacto social, solo” este constaba que éstubiese probibido. Excité p e de los Pastores, para que remediasen tan gran- de mal ; amonesté á las autoridades, para que-pu= siesen un dique al torrente de unas doctrinas | contrarias á la religion , y enemigas del estado.. | Supongamos que ni yo ni los demás predicado= | rez de esta Ciudad hubieramos declamado contra | tales doctrinas; supongamos que los errores del filosofo de Ginebra se hubiesen propagado á pro- porcion de lo que sucedió en aquellos primeros dias: que los hijos. poco á poco, 4 mucho á mu= cho hubiesen sacudido el yugo de la autoridad