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(81) ma (204); porque aquellos sirviéndole en la vida, merecen'sti bendicion en la muerte (205): y estos siempre sordos á sus llamamientos se hacen acreedores á que burlándose de ellos en su última agonía (206), los dege infelizmente morir en su pecado (207). Pues católicos, escojamos lo que mas quisieremos de esta vida d de esta muerte (208); y si resolvemos conseguir una tal como la de nuestro Venerable difunto no tengamos pe= reza en imitar la santidad de su vida , cuya celebracion ó ala= banza tanto nos deleita (209). Luego que espiró el Venerable Padre, empezó Dios á ma- nifestar la virtud hasta entonces oculta de su siervo. En aquel instante quedó su rostro tan hermoso y agraciado, que con apariencias de Angel , parece queria mentir realidades de ca- daver;: y con ella se mantuvo hasta que le dieron sepultura: asi me lo asegura el religioso que asistió á su lado en aquel trance. Desde aquel mismo punto comenzó 4: despedir su cuer- po una celestial fragancia, que percibiéndose desde bien dis- tante , recreaba grandemente los ánimos , y los incitaba á tri- butar: 4 Dios: las condignas alabanzas. No solo se conservó el difunto con ella mientras estuvo insepulto, sino que por mu- chos dias despues permaneció: en la celda donde espiró, no obs- tante de subsistir en ella motivo sobradísimo para infestarla de mal olor; Depositado el cadaver en la capilla de enfermería, corrian ño pocos religiosos á fijar devotos ósculos en sus pies y manos, y ademas de hallarse libres del horror y miedo que suele ocasionar un difunto, se admiraban poseidos de un es- piritual consuelo que les quitaba toda:duda ó sospecha; de que gozase-ya de la vision beata; y-con él repetian una y otra vez la accion: de: besar” reverentes sus pies y manos, que con no *"pequeño asombro, encontraban flexibles y tratables. Asus precisos funerales: conmovida la ciudad vino en nu- merosas tropas á venerar el cuerpo del que por muchos años habia admirado por'sus calles , casas y plazas 3 hecho un após- tol ;predicando á Cristo crucificado (210): ó cual otro Battisa ta, clamando á:grandes y continuas voces que hiciesen peni- tencia de sus culpas (211). Cada cual procuraba grangear para Sí, y llevar algunas reliquias de las cosas que con él llegaron á (204) Psalm, 33.22. (205) Eccli. 4. 19, 4905) Proy. 1. 26, 4 (207) ' Joan. 8. 21. (208) Deut. 30. 19. (209) S. Aug. Serúr. 47. de Sáner, (210) : £. Cor.:1. 23. (211) Ma
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