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(78) masiado , le hacía arrojar sangré por la boca en crecidas pot- ciones, y á poco tiempo lo condujo á los lances de espirar. Nada turbado con tan inopinado asalto, conservó la sereni- dad en su semblante , y en su espíritu la paz: señal eviden= tísima de que la lámpara de su vida estaba prevenida con el oleo de la virtud , para recibir 4 el esposo, que ya por puntos se acercaba (193). Llamaba el Señor á las puertas de su alma , con los golpes de la molesta enfermedad , y como estaba seguro de su esperanza por el testimonio de su con- ciencia , mo sentia repugnancia alguna en abrirle desde lue- go (194): : : Siguió por algun tiempo su peligro, hasta que cobradas algunas fuerzas, con el favor de la medicina , le ordenaron sus profesores buscase en los aires patricios su remedio, Obe- deció puntual, y. repetida segunda vez esta diligencia , aun se conservó en su tenacidad el accidente, sin esperimentar en tanto algun alivio permanente. Asi continuó por más de dos años perfeccionándose en tanta enfermedad su virtud (195) hasta que el noviembre del año pasado de 1768 , descontia= do de su salud , y deseoso de su retiro , se retiró á el con- vento de Cádiz , donde estaba asignado de familia. Luego que llegó á él volvió á agravarse de nuevo ; y creciendo- mas» y mas su dolencia, no paró hasta postrarlo en una cama; teatro, desu paciencia, y cátedra de nuestra enseñanza. Al verlo en tal estado, determinó la prudencia del supe- rior se le administrasen los santos «sacramentos para que confortado su espíritu con el pan-eucarístico pudiese termi- nar felizmente como otro Elías loque le restaba de «camino, hasta llegar al monte de la bienaventuranza (196). Hzcha esta diligencia con suma paz y consuelo de su alma , no solo no temia el último fatal golpe de la parca , sino que pasaba á desafiar la muertecilla para que llegase cuando quísiese. felicidad envidiable de los justos! Na solo no entristec- rse, sino ademas , á el modo de la muger fuerte de los Prover- bios , celebrar su muerte con la risa: ridebif in die novisi- mo (197). ¡ Qué al contrario los pecadores ! pues amargándo- les siempre los gustos de esta vida , la memoria de la muer= (193) Matrh. 25. 6. (194) S. Gregor. Magn: Homil. 13. in Evang. (195) 2. Cor. 12. 9, (196) 3. Reg. 19.7. (197) Prov. 31. 95.
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