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(72) guerra (176). Destinóle la naturaleza un genio pronto , aspero y terrible, que fácil 4 la ira é impaciencia lo hacia dispuesto para el rompimiento y la venganza. Noticioso de esta suna- da dulce condicion , aplicó todas sus fuerzas á la opresion de este enemigo; y dirigiendo á este fin los esfuerzos todos de su cuidado, logró cantar la mas feliz victoria. Tan distinto vivió se conservó en adelante que parecia estar dotado de un áni- mo dócil , blando y apacible. De modo llegó 4 sujetar y mor- tificar el genio, que como si se hubiera en otro convertido se portaba con la mayor humanidad, religiosidad y mansedum- bre, aun en los lances mas críticos. Dígalo este caso, Ordenóle la obediencia un dia viviendo de familia en Cá- diz , que saliese á cierta dependencia de comunidad, asignán- dole por compañero un religioso jóven en la edad y en el espí= ritu. Concluido el negocio 4 que se encaminaba su salida, se volvia pará el convento en derechura; pero instóle el compa- ñiero le acompañase 4 la evacuacion de otros asuntos que por entonces le instaban. Negóse á ello el Venerable Padre dicien= do no tener licencia del Prelado para hacerlo, y que no se atreé via 4 practicarlo sin órden suya. Era la estacion del tiempó contraria y penosa por la lluvia y viento, que dificultando el salir 4 descampado parece queria patrocinar el empeño delre= ligioso compañero. Pero atropelló por todo el Venerable Pa- dre , porque. ni se dejó vencer de las persuasivas razones, mi menos le detuvo el temporal para dar la vueltaá su conven=- % . to. Á vista de esto, impaciente el religioso.que le acompa- ñaba, prorrumpió en un tropel de iajurias contra el Varon de Dios , apellidándolo hipócrita , embustero , necios apesados” y sin prudencia ni miramiento; á que siguieron otros muchos ' dicterios propios de un genio alterado é iracundo. Callaba á:to* do él Venerable Padre, y calado el capucho proseguia- su ca- mino con paso apresurado por entre charcos y lodos; sufriendo juntamente el rigor de un aguaviento que importuno les moles- taba: de lo cual mas irritado el compañero, nocesó de impro- perarlo, hasta que habiendo entradd en el convento se apar: tó cada cual para su celda. Pero¡ó paciencia del varon bendito! ;ó mortificacion constante de su genió! mo solo no le respon- dió ni le reprendió esta audacia, sino que pudiendo quejarse (116) Ad Gal. $. 17.

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