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(8) nónico : y esto, ¿quién no ve que 'es contra' el crédito y: :la veñeracion debida á los santos Padres , y 4 los mas señalados escritores? pues unos y otros han tratado estos asuntos: :Y luego, ¿ hemos de persuadirnos falte la verdad en la boca de dos.ó tres testigos que convienen entre sí en un. dictámen; aunque tal vez por nuestra malicia se-haya dado algun egemn= plar contra este evangélico principio ? Júzguelo el que atens» diere y miráre estas cosas segun Dios. De aqui es , que llevados tal vez del espíritu de esta crí- tica, en mi entender poco arreglada , pasan*no pocos co- mo á burlarse de la verdad de. aquellos terribles escarmien= tos que tan frecuentemente proponen en los pulpitos los*ce= losos evangélicos predicadores; para hacernos ver en cabeza de los muertos lo que espera á la ciega obstinacion de mu- chos vivos. ¿Quién lo ha visto 2 dicen frecuentemente , cuan= do sabemos por testimonio de :la divina Escritura , que las almas que van á el otro mundo , otra vez no vuelven por acá (a)? Este es todo su argumento para escusarse de dar cré= dito á lo que tanto nos hace dispertar del: sueño de nuestro olvido; pero en la verdad siniestramente interpretado; pues si debiera. .asi- entenderse como suena , se diera. manifiesta contradicion en las divinas letras , y en las palabras del Eg píritu Santo; y por consiguiente estando él mismo contrá sí, se: hallára su verdad ya destruida. Y sino, si las almas que ván: no “vuelven , ¿cómo volvió la del hijo de la Sunamitis? ¿cómo volvió: la de Lázaro , la del hijo dela viuda de Nain, y la de la -hija. de- Jairo el archisinagogo*? ¿cómo volvió la de la devotísima Tabita, «por otro nombre: Dorcas; que reí fieren los Hechos apostólicos? Si volver asi á «nueva vida tie- ne mas repugnancia con el alegado testo ; ¿por qué no ha de concederse la que terminada en una breve aparicion ó repre= sentacion: va dirigida á nuestra enseñanza y escarmiento? Que Abraban' no quisiera permitir á el alma del otro rico “desdi= 1 chado que viniese á «desengañar '4 sus hermanos, ¿ podrá | ser motivo para negar que:vino la de Samuel, y que vinie- ron aquellas otras que refiere S. Mateo “se aparecieron 4 mu= chos en Jerusalen despues de: resucitado el Redentor dix vino? ¡Oh Dios! qué presto nos olvidamos que aun los mas y q (a) “Spiritus vadens, et non rediens. Psalm, 77. 39. '

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