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41 : lo que es un desamparo de Dios, se queja amargamente, y hasta que probó esta du- rísima pena no dió por consumada nues- tra redencion; quiere que conozcamos que si un Dios Hombre no puede tolerar este desamparo, nosotros, que por la cul- pa nos constituimos en otro desamparo. mas amargo de Dios, cual es, no solamen- te ausencia de Dios, sino tambien sus- traccion de auxilios, negacion de luces y carencia de fuerzas, cuánto debemos te= mer al pecado, que en este estado nos constituye. ¡Ay, vida dulcísima de mi alma! - Afligidme, Señor, con cuantas penas sean posibles 4 mi flaqueza antes que yo me vea desamparado de vos. Últimamente, en- comienda su espíritu en manos de su Eterno Padre, y bajando su sacrosanta Cabeza dió por nosotros el último aliento de su preciosísima y estimable vida. Ea, alma mia, ya estás redimida, ya no tienes disculpa, pues aunque tu precio era infi- nito, ya está todo pagado; ahora solo res- ta el que tú sepas corresponder á tan gran- des finezas; para esto propon con todas veras de no volver mas á pecar, borrar con tus lágrimas tus pecados, que este Se- nor, que es todo misericordia, te dará su .
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