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- $2 trumentos para la crucifixion, los minis tros sosegando la gente, y todos con gran= de tropel y confusion le ponen al Señor la cruz en el hombro, y bajando con mu- cho trabajo las escaleras, se forma aquella tristísima como dolorosa procesion. El pregonero iba diciendo á gritos la sen- tencia, y formados eu dos filas los so]- dados llevan en medio, ¿4 quién, alma mia, á quién?..... A Jesus Nazareno, es de- cir, al Hijo de Dios hecho hombre, al Santo de los Santos, al que alegra los Cielos, al que todo lo puede. ¡Ay Je- sus mio! ¿Qué corazon hay que resista objeto tan Jastimoso! ¡Qué poco os amo, mi Jesus, ¡pues os veo en este estado, y no muero de dolor! Asi camina el Rey del cielo y tierra, llevando sobre su sa= crosanta espalda el cetro de su imperio. ¡Ay Padre mio y mi solo bien! Qué duro: es mi corazon, pues mirándoos en este es- tado, y creyendo por la fe. que así os vís- teis por mí por satisfacer mis deudas, por ganarme el perdon de mis pecados y com- prarme el cielo, con todo eso he tenido atrevimiento para ofenderos, no una sino innumerables veces. ¡Ay Jesus mio! Cuan- - do,me acuerdo, Señor, que con cada cul-

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