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- las criaturas, que no lo hallarás sino solo en Dios, que es el que no duerme ni se des- cuida en la guarda y custodia de Israél, es- to es, de sus escogidos y siervos. Mira có- mo Jlegó aquella tropa de soldados y minis- tros, conducidos del perverso Judas, y apri- sionando al Señor y atándolo fuertemente, lo llevaron cor grande prisa y alboroto á casa de Anás, en donde respondiendo el Se- nor con grande humildad á las preguntas de aquel inícuo juez, uno de los ministros tuvo osadía y atrevimiento para levantar la mano y dar en aquel venerable y hermo- sísimo rostro, espejo del Eterno Padre, una cruel bofetada. ¡O Eterno Dios y Jesus mio! ¿He sufrido yo por vos alguna afrenta que con esta que vos sufrísteis por mí se pueda comparar? Este inaudito crimen llena de horror y pasma á todo cristiano. ¿Mas por qué no consideramos que hacemos lo mismo, y tal vez con mas malicia, con cada culpa que cometemos? ¡O Jesus dulcísimo! ¡Y qué de veces he cometido yo este horrendo sacrilegio! ¿Qué otra cosa he hecho yo con mis pecados? ¿En qué pensaba, Jesus mio? ¿Qué cargo me hacia cuando con tanto descaro y desver- guenza repetia culpas contra esa inmensa A :

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