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40 su santísima Madre para ir á padecer. Mi= ra el dolor que traspasaria los dos purísi- mos corazones; el de Jesus viendo el des-. amparo y tristeza en que dejaba á su Ma- dre santísima, que era la criatura á quien mas amaba y podia amar, pues era la mas santa y la mas respetable del mundo, y la Señora viendo para lo que se apartaba de su lado su amabilísimo Hijo, que era á quien mas amaba por ser su hijo y su Dios, Mira cómo se fué el Señor al Huerto de Get- semaní con sus tres queridos discípulos, los santos Pedro, Juan y Jacobo, y allí se puso 4 orar á su Eterno Padre, lleno de congoja y de angustias mortales por ver lo poco que nos habíamos de aprovechar de su acerbisi- ma Pasion, y las grandes ingratitudes con que le habíamos de corresponder; y vol% viendo á sus discípulos como á buscar en ellos algun consuelo, halló que, sin embar- go de ser sus mas amados, aquellos á quie- nes habia escogido y favorecido, y de quie- nes habia dicho que eran su madre y sus hermanos porque hacian su santa voluntad, no obstante se habian dormido, sin que hu- biese sido bastante el ver á su Maestro en tan cercano peligro para que no se durmie- sen. Aprende, alma, á no buscar consuelo en | o . A e A AA AA A XK A PA AS % AAA A o == - — emaggadis a -—

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