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DEL EVANGEE1O. si hechos que ellos mismos predicaron, defendieron, confesaron en Judea y en Jerusalen delante de los gentiles y judios , y por cuya verdad padecieron y murieron? Quiénes cuando se anunció el Evangelio ignoraban los hechos que contenia ? Quiénes los con- tradijeron demostrando su falsedad y la impostura de los evange- listas? Serán divinos unos libros que no tienen semejante entre cuantos escribieron los hombres en toda la dilatada carrera de los siglos? Unos libros Menos de sucesos singulares , estraordinarios, inauditos, y que superan todas las fuerzas de la naturaleza, todo el alcance del entendimiento humano, y todos los prestigios de la astucia , y que se escriben con una sencillez , con una seguridad, y con una imparcialidad inimitables ? Unos libros diferentes en sus autores, diferentes en su estilo , diferentes en el tiempo en que se escribieron, y diferentes en el idioma en que se publicaron; y conformes en los sucesos , conformes en los dogmas que enseñan, conformes en las personas de quien hablan, conformes en la doc- trina que predican? No seais rebeldes á la luz: no oscurezcais sus brillantes resplandores con los miasmas , efluvios y vapores crasos que exhala la fétida corrupcion de vuestro corazon. Reconozca vuestro entendimiento la verdad, preséntela como amable á vues- tra voluntad , y estas dos grandes potencias de vuestra alma os conducirán á vuestra verdadera felicidad. La gracia de Dios, sí incrédulos , obrará este grande prodigio si vosotros la pedís con humildad , si la admitís con agradecimiento , y obrais con ella con resolucion. Incrédulo era Saulo , y cayendo se levantó fiel : incré- dulo era Tomás , y tocando la verdad creyó: incrédulos eran los discípulos que iban á Emaus , y hablando el Señor y partiéndoles el pan, le creyeron. Caed como Saulo de vuestro error, id como Saulo á los discípulos de Jesus , y volvereis como Saulo justifica- dos: tocad, palpad con vuestro entendimiento las razones indica- das, como Tomás las llayas del Salvador con sus propias manos, y sereis fieles: oid las palabras de Jesucristo en su Evangelio, co- med aquel pan divino que en él se reparte , y confesareis á Jesu- cristo por Dios y hombre verdadero. Y vosotros , cristianos mios , recibid con todo agradecimiento y respeto esa carta de Dios enviada á los hombres: leed con reve- rencia el Evangelio, estudiad sus máximas divinas , creed sus ve- nerables misterios , practicad sus preceptos y consejos saludables, esperad las recompensas que Os promete , temed las amenazas que os hace, y descansad en los dulces brazos de la amable virtud de 6

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