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DEL EVANGELIO. 15 gáreis á presentar alguna incertidumbre sobre unos hechos tan pú- blicos como verdaderos, tan ciertos como bien probados, cómo, pues, no temblais á la vista de vuestras incertidumbres? Yo sé bien, y vosotros no lo ignorais, que vuestro corazon os reprende: que vuestra conciencia os acusa: que vuestro entendimiento vive atormentado : y es posible que despues de una conducta tan triste no podais esperar mas premio que los braseros elernos ? Es posible que para vosotros han de tener mas atractivo los placeres frivolos y momentáneos, que las delicias eternas? Mas la tierra que el cie- lo? El vicio que la virtud? La mentira que la verdad ? La opiniou que la certidumbre? La criatura que el Criador? Seguid, infelices, pues asi lo quereis: seguid en vuestra insensata incredulidad, que en breve acometidos de una enfermedad grave, postrados «en una cama, despedazado vuestro corazon con los [remordimientos mas violentos, abandonados de las criaturas, y condenados por la jus- ticia de Dios, esperimentareis en el infierno los amargos frutos de vuestra obstinación. Y vosotros , cristianos mios, acompañadme á dar algunos otros pasos en el camino de la verdad, para que sea mas y mas firme y razonable el obsequio de vuestro entendimiento á las lecciones de este libro escrito por divina inspiracion. Esta era cabalmente la materia del PUNTO SEGUNDO. Haced conmigo, amados cristianos mios, dos reflexiones con la mayor atencion que podais, y descubrireis en ellas que el Evan gelio fué inspirado y dictado por el mismo Dios. El Evangelio que con las palabras mas sencillas nos enseña la doctrina mas pura y mas sublime que cuantas dictaron jamás los ingénios de los hom- bres: el Evangelio que nos dá de Jesucristo ¡a idea mas grande y mas augusta que puede caber enel entendimiento humano: el Evangelio, que en una sola desus páginas descubre al mundo mas nuevas y asombrosas verdades, que cuantas habian descubierto todos los hijos de Adan en la dilatada carrera de los siglos : este li- bro admirable, á cuya presencia desaparecen las luces de la doc— trina mas celebrada de los filósofos antiguos y modernos, mas presto que á la vista del sol desaparecen las estrellas, está escrito por los cuatro evangelistas poco despues de la muerte de nuestro amable salvador Jesus. Reflexionad que no todos han escrito en un mismo

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