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DE LA INCREDULIDAD. 63 gue su obstinacion , aterre su pueblo, y obre todo género de pro= digios en el cielo, en la tierra, en los mares, en los. rios y en todos los elementos. Ahora sí que podeis volver á reiros de la sim- plicidad de este pastor , ó de las estraordinarias imposturas de este Moisés. Sigámosle los pasos, y veamos como verifica 6 des- miente con los hechos sus raras y estupendas predicciones. Preséntase en medio de la córte de Faraon, sin aparatos mar- ciales, sin trenes magníficos, sin arrogantes equipajes, sin rique- zas , y sin la menor ostentacion que deslumbrase á los cortesanos ó les impusiese respeto. Un pobre vestido y una vara en la mano, es todo su adorno : con un esterior tan moderado, humilde, y al parecer tan despreciable , se acerca al soberano, y le intima la órden de Dios con una entereza tan majestuosa, con un corazon tan grande y un alma tan sublime , que Faraon , el soberbio Fa- raon, se aterra; pero obstinado en sus resoluciones de no permitir que salga de sus dominios aquel numeroso pueblo , le niega su pe- ticion. Qué harian los incrédulos que se suponen tan instruidos, al escuchar esta resolucion del Soberano? Como no son impostores, sino prudentes segun la carne, cederian á la fuerza, suspenderian su comision hasta hallar ocasion mas oportuna. No chocarían abier- tamente contra lo determinado por el rey, y aguardarian en la córte instantes mas favorables. Moisés, ya se vé, como impostor, no teme que Faraon le mande arrojar en un oscuro y hediondo calabozo, no recela los destierros, no teme los tormentos mas atroces, ni la mas amarga muerte: insta en su demanda, habla mas firme, levanta mas la voz, y empieza á demostrar con mila- gros y maravillas nunca vidas ni vistas en el mundo , la verdad de su divina mision, Empuña su vara, y al imperio de su yoz. con- vierte las aguas del rio en sangre, sin que ningun egipcio pudiera volver á beber una sola gota de agua hasta que cesó esta primera plaga. Sed induratum est cor Faraonis. Non vult dimiltere populum meum., nisi per munum validam , le habia dicho Dios á Moisés , y asi se fué verificando á la letra. Vuelve este insigne impostor, . como le llaman los incrédulos , á emplear nuevos castigos contra la dureza de Faraon : hace luego producir al rio un ejército tan innumerable de ranas que con su canto fastidioso , sus figuras as- querosas y sus continuos saltos, llenaron las calles, las plazas, las casas , las camas , las mesas, y entrándose hasta en los platos en que comian, hasta los lechos en que dormian , y los vestidos con que se adornaban , les causaban una incomodidad inesplicable.

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