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DE LA INCREDULIDAD. 59 llado delante de la:cruz , adorando á Jesus crucificado en ella, y muerto en el oprobio y con la mayor afrenta, es una prueba deci- siva de su divinidad , á que no podrán jamás contradecir razona- blemente todas las edades del mundo. No se terminan aqui las épocas de esta religion santa y subli- me: ella abraza todos los tiempos: los futuros siglos , como los pa- sados y "presentes. Ella no se limita á predicar todas las virtudes» á prescribir y condenar todos los vicios, á poner en arreglo las costumbres de los hombres, y fijar el culto digno que debemos á la - divinidad; tambien se estiende á los siglos venideros, y tan terri- ble en sus amenazas como magnífica en sus promesas, y santa en sus máximas, nos anuncia la segunda venida del Mesías para juz- gar los vivos y los muertos , y dar á cada uno el premio ó castigo correspondiente á sus obras: ella nos enseña que aquel dia será el dia grande del Señor : dia de su omnipotencia, en que se hará obedecer de sus criaturas: dia de su santidad, en que pública- mente manifestará la equidad y rectitud de sus juicios: dia de su justicia, en que dará un premio eterno á la virtud, y un castigo: eterno al pecado: dia, en fin, en que sumergiendo en abismos de faego á los malos , y colocando en el seno de su gloria á los bue- nos, fijará irrevocablemente sus eternos destinos. Aqui teneis, carísimos cristianos mios, el plan que rápidamen- te he podido formar de nuestra santa religion. Plan sencillo, ver= dadero, augusto, sublime y divino. Plan tan antiguo como Dios plan-que empieza á manifestarse con la creacion del mundo, que es obra: de todos los siglos, y que por sus castigos y recompensas, se perpetuará en el cielo y en el infierno por toda la eternidad. Qué podrán oponer los incrédulos á esta pintura convincente y majestuosa de nuestra santa religion? Podrán ellos darnos pruebas razonables que demuestren la falsedad de los hechos. que ligéra= mente hemos tocado por no hacernos interminables con la enume- racion exacta y menuda de cada uno? Ellos no han podido, ni pueden, ni podrán jamás. La tierra, el cielo, los ángeles y los demonios , los bienaventurados y los réprobos , su alma propia, y hasta los mismos sentidos de su cuerpo confundirian su insensatez, y la temeridad de sus pensamientos. Ellos son demasiadamente sábios para evitar una controversia sólida y bien sostenida, en que precisamente saldrian llenos de confusion. Su tono majistral-y decisivo , quiere ser creido sin exámen, como- resultado que es, dicen ellos, del estudio mas sério y de las meditaciones más pro-
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