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DE LA RELIGION CATÓLICA. 51 Vos lo sois. Nacida mi santa religion con los primeros hombres, confirmada por los profetas , perfeccionada por Jesucristo Dios y hombre verdadero, sellada con un prodigioso número de milagros patentes, públicos é incontestables, predicada por los apóstoles, atestiguada por millones de mártires, perpetuada por los discípu- los y sucesores de los apóstoles, cuenta en su duracion todos los siglos desde el principio del mundo hasta nnestros dias, y contará inalterable los que restan hasta el fin y consumación del universo. Qué otra religion , amados cristianos mios. hallareis fuera de la vuestra, marcada con el sello de la perpetuidad? Será la reli- gión del idólatra, tan absurda y estravagante, tan torpe y tan cruel, que no se conoció en el mundo por mas de dos mil años despues de su creacion? Será la de los mahometanos , de la que ninguna idea se tenia en el mundo hasta el sétimo siglo de la era cristiana? Será la de los luteranos, calvinistas y demas ramas de estas envenena- das raices, que aun no cuentan tres siglos de duracion? Será la de los cismáticos, cuya existencia es tan moderna? Será, por fin, la religion del judío? Oh casa de Israel, qué oscura y prolongada noche ha sucedido á aquellas luces de tu antiguo esplendor! Qué has hecho? Qué pecado has cometido para que tu magnífico templo ya no exista, y tus altares , tus sacrificios y tus profetas hayan desaparecido? El horrendo crímen de tu idolatría fue castigado con setenta años de destierro. Qué has hecho para que seas el oprobio y execracion de las naciones por mas de diez y ocho siglos? Cómo el Omnipotente que te defendió con prodigios y maravillas , ahora te abandona? Cómo al carácter de tu divinidad ha sucedido un ca- rácter de reprobacion? Tú pediste la maldicion, y ha venido sobre tí: no quisiste la bendicion, y se apartó de tí. Fuiste oida, oh casa de Israel, en tu sacrilega oracion : Sanguis ejus tuper nos, el su- per filios nostros. No lo dudemos , solamente la religion católica es la que muestra su divinidad por su perpetua permanencia. Pero, cristianos, estamos seguros de que no perderemos esta religion divina , santa y perpetua? Podrá suceder que se nos quite este reino de Dios, y se traspase á otras naciones? Oh Dios! Yo sé que el infierno no prevalecerá contra ella, pero puede prevalecer contra nosotros. La religion no perecerá; porque el Señor Dios la ha prometido una estabilidad perpetua ; pero puede perecer en nosotros en castigo de nuestras infidelidades. Si , Cristianos : tem- blemos nosotros , y pidamos á Dios que ilumine á los incrédulos para que crean al Señor cuando nos dice, Auferetur d vobis regnum
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