BCCSAL000549-A-09000000000000
50 SOBRE LA DIVINIDAD misma que se publicó despues sobre el monte Sinaí, escrita por Dios en las dos tablas de piedra. El Redentor , que nosotros adora- mos, es el mismo Redentor que esperaron los patriarcas, que pro- fetizaron los profetas, y que desearon ver los siglos. El sacrificio que ofrecemos, es el mismo sacrificio que nos representaron los sacrificios de Abel, Melchisedech, Abraham , y los holocaustos de los hijos de Aaron. Los sacramentos que producen en nosotros las gracias, son los mismos sacramentos figurados en los de la ley antigua , que nos los representaban. Dios ha mudado los signos - y las ceremonias , segun que la cosa significada era pasada, presen- te ó futura; pero en:el fondo y en la sustancia, la religion siem- pre es la misma. La única variacion que se le puede hallar es la mayor luz, la mayor esplicacion de una verdad mas ó menos 0s- cura, segun que las circunstancias de los tiempos lo pedian. La religion , pues, de las primeras edades llegó hasta el nacimiento del Redentor, que no vino para dispensarla , sino para cumplirla y mandar su observancia; y la religion que dejó establecida con su ejemplo y su doctrina , es la misma que ha llegado hasta nos- otros , y que se perpetuará hasta el fin y consumacion de los siglos. Esta religion siempre permanente, vé presentarse y desapare- cer delante de sí todas las generaciones , todos los gobiernos , to= das las supersticiones , todas las sectas, todas Jas persecuciones, Ella es la religion de los patriarcas de los mas remotos siglos , de los profetas que vieron arruinarse delante de ella las fabulosas di- vinidades de Egipto, Babilonia , Ninive y Persepolis: de los após- toles, que en medio de las mas violentas persecuciones arruinaron los vanos templos de los dioses de la Grecia , del Asia, del Africa, de la Htalia y de los bárbaros del Norte: de los discípulosy suceso- res de los apóstoles, que con trabajos inmensos, atravesando los mares, abatieron las pagodas y los idolos de la una y obra India, plantando en tan remotos paises el estandarte de la cruz, y esta- bleciendo el culto del verdadero Dios sobre las ruinas del que aquellos feroces habitantes daban á los demonios. Semejante á los cedros del Libano, las tempestades y huracanes la afirman y robus- recen. Si el cisma, si la herejía, el escándalo y el libertinage dismi- nuyen suimperio enuna parte, ella le recobra con grandes ven- tajas en otras. Podremos desconocer en estas señales á la religion eristiana? Podremos negar ser.obra de Dios? Ay! Las obras de los hombres son perecederas como los mismos que las fabricaron ; solo vuestras obras, oh gran Dios ! son estables y permanentes como
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz