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DE LA RELIGION CATOLICA. 43 gador de sus ofensas. Las virtudes que á la razon agradan, nues- tra religion las anima y perfecciona con la esperanza de unas re- compensas eternas , con que Dios justo las premia. Las virtudes paganas teniannecesidad de aparato y esterioridad para sostenerse: las virtudes cristianas pueden practica rse en el estado de la eleva- cion y en el de la humillacion : de dia claro , y en la noche oscura. Dios, que es el objeto á quien miran, y el testigo que desean, lee igualmente en los corazones humanos asi en la luz como en las tinieblas , porque todo está claro y desnudo á la penetrante vista del Señor. Las leyes humanas regulan las acciones esteriores: que vuestra intencion sea ó no conforme á la ley : que vuestro espíritu y corazon sean lo que quieran , poco las importa. Nuestra santa é inmaculada ley penetra hasta el interior: llega hasta el corazon para prevenirle contra todo deseo vicioso , y le manda desterrar todo pensamiento desordenado ó impuro. Nuestra santa ley trata de hacer hombres virtuosos interior y esteriormente , y quiere que sean mas religiosos á los ojos de Dios que á los de los hombres. Una moral, pues, tan pura y santa : una moral que prescribe nues- tras obligaciones en todos los tiempos , en tudas las situaciones y en todas las circunstancias: una moral que nos instruye por las má- ximas las mas sanas y mas sublimes : una moral que reprime el vicio por el temor de los mas terribles castigos, y anima á la virtud por la esperanza de las mas magníficas recompensas: una moral que une los hombres entre sí por medio de las virtudes mas sólidas : una moral que nos enseña á sacrificar generosa y constantémente todos nuestros intereses á la justicia, nuestros resentimientos á la cári- dad , nuestras pasiones á la razon, nuestras fortunas, nuestro ho-= nor y nuestra vida á la inviolable obligacion de la divina ley; podrá una moral semejante no ser la moral dewun Dios? Lex Domini in- maculata. Soberbios políticos que todo lo quereis reducir al cálculo del interés temporal, abrid un dia los ojos para ver la feliz transfor= mación que causaria en el universo la observancia de esta religion pura y divina. Dadme su práctica en los espí ritus y corazones de los hombres , y yo os mostraré desterrados el fraude , la violencia, la ambicion y la avaricia, que tantas veces han perturbado la tran- quilidad de los estados. Dadme la observancia de mi religion eris- tiana en los hombres, y no volvereis á ver la espantosa discordia, turbando la paz de las familias, la tenebrosa «calumnia , denigrando la inocencia ; la miserable envidia, persiguiendo el mérito y á1a
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