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CONTRA LA SOBERBIA. 499 de los Macabeos, aumentaban su tristeza, agravaban sus males; y oprimido de ellos se arrojó en la cama con señales ci ertas de su cercana muerte. Ya teneis aquí, amados mios, humillado aquel hombre soberbio, que derramó tanta sangre en Jerusalen , y pen- só arrancar de la tierra hasta el nombre de Israel. Vedle ya hu- millado por la mano del Omnipotente : vedle ven cido, avergonza- do, pubre , sin honor, enfermo, y sin esperanzas de la vida. Mi- radle bien, no sea que le desconozcais; pero no basta mir arle, es necesario oirle confesar á él mismo sus desgracias , y la causa de ellas. Llama, pues, el infeliz rey Antíoco á sus amigos, y los dice de esta manera: ay de mí! el sueño se ha desterrado de mis ojos, los cuidados me aflijen el espíritu, y mi corazon se en cuentra sin aliento: In quantam tribulationem deveni, et inquos fluctus tristiliw, in qua nunc sum! Yo que me alegraba con la multitud de mis ri- quezas , con el valor de mis tropas, con el número casi infinito de mis vasallos , con la magnificencia de mis palacios, con lo ameno de mis jardines, y con las delicias de mi córte, á qué tribulacion tanamarga estoy sujeto! Yo, que era amado en mi potestad, temi- do en mis castigos, y respetado en mis decretos, cómo me veo ahora inundado de desdichas, y sumergido en la mayor infelici= dad! Nune reminiscor malorum, quee feci in Jerusalem! Ay, que ahora me acuerdo de aquella desmesurada soberbia, con que entré en Jerusalen! Ahora me acuerdo de los sacrilegios hechos en los robos de los sagrados vasos de aquel santuario: ahora me acuerdo de aquellas crueles muertes que mandé dar á tantos inocentes: aho- ra me acuerdo de todo, sí, y conozco que aquello fue la causa de todas mis desdichas: .Et ecce pereo tristitia magna in terra alena; y ahora perezco oprimido dela justicia de Dios, 4 manosde mi Lriste- za, en unatierra agena de alivio, de consuelo y de felicidad. Lo habeis oido, señores? Dadme , dadme vosotros , si acaso podeis , un solo soberbio en todo el dilatado campo de los siglos, que no haya esperimentado el castigo del Señor. No le encontra- reis, por mas que os fatigueis en buscarle. Lo que hallareis á cada paso en las Santas Escrituras son aquellos terribles oráculos del Es- píritu Santo, en que amenaza á los soberbios con su eterna ruina. El alma que pecare por soberbia, perecerá, dice el capítulo XV de los números. (4) En donde se halláre la soberbia , allí encontrareis 1) Anima , que per superbiam aliquid commisseril,... peribil, ... 'Numer. €. XV, v. 30.

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