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DE LA RELIGION CATOLICA. 39 aparecen y desaparecen las generaciones humanas: vemos crime- nes sin castigo y virtudes sin premio. Y decimos: Dios es justo, Dios es santo; él ama la virtud y aborrece el vicio: luego este ha de tener castigo y aquella premio: muchas veces no le tiene en esta vida; luego hay otra en que le tenga. Qué lun Dios justo, un Dios infinitamente sábio y santo, no habia de criar millones y mi- llones de hombres para otro fin que hacerlos juguete de las pasio- nes , los crímenes y las desgracias ? El hombre, la mejor criatura de cuantas vemos que salieron de sus manos , no ha de tener otro destino que pasar rápidamente sobre el teatro del mundo, lleno de calamidades y miserias, para sumergirse despues en la nada eter- na? Este ha de ser el término del caritativo y el envidioso; del bienhechor y el avaro; del homicida y el pacífico, del hombre vir- tuoso y el malvado? Mi razon lo repugna: la santidad de Dios lo contradice. Es evidentemente un imposible. Luego hay otra vida en que tendrá la virtud un premio eterno, y un castigo eterno e] pecado. Hay un culto fijo y determinado ? La razon halla muy oscura esta verdad ; pero escuchando á la religion , la vé clara é indubi- table por la conexion que ella tiene con la sa biduría y la santidad de Dios. La religion habla : Dios ha criado al hombre para que le conozca, le honre , le obedezca y ame: el hombre debe dar á- Dios un culto que le honre. Un culto impuro, un culto infame, cruel, sacrilego y fanático , no es culto digno de Dios. Dios no acepta to- dos los cultos. Dios ha hablado : obedeciéndole los hombres, le da- rán el verdadero culto que exije de ellos : todos formarán una fa- milia religiosa, y desde el Oriente al Occidente:se le ofrecerá a Sér eterno una hóstia pura é inmaculada. Hay una ley eterna é inmutable ? Esta verdad oscura se tras- forma en una verdad clara y cierta, por la conexion con el princi- pio claramente conocido de que hay en Dios providencia y recti- tud soberana. Preguntémoslo á nuestro corazon, y nos responderá que una mano invisible ha grabado en él una regla de costumbres, á la cual se siente sometido. Preguntémoslo á nuestra razon, y nos dirá que la virtud no es un fantasma que nadie ha visto, ni el vicio es una quimera, Ó un nombre vano cuya realidad no existe; sino que hay seguramente una autoridad suprema que prohibe el vicio y manda la virtud. Preguntémoslo á la idea que tenemos de Dios, y ella nos responderá, que un Dios sábio ,-un Dios que ama el ór- den, un Dios que es la santidad por esencia, no ha criado-alhont-
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