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495 CONTRA LA SOBERBIA. ristas perpátuos, pendencieros eternos, insufribles y fastidiosos? A este pecado, que levantándose contra Dios, le hace guerra en el ciclo, como el ángel: como Adan en el Paraiso: como Antíoco en el templo: como Aman en la córte: como Goliat en el ejército: y como Nembro! en los campos? A este pecado, en fin, de la so- berbia, orígen funesto de la idolatría y de todos los estravíos que ella produjo en el corazon humano: de las herejías y cismas mas estravagantes y escandalosas: del libertinaje mas impío, y del ateismo mas insensato? Ah Dios mio! Lléguese ya el momento fe- liz de que confesamos, penetrados de su evidencia , esta mi prime- ra verdad : la soberbia es la raiz envenenada de todo vicio, de to- do pecado. Initiuwm omnis peccali est superbia. Y cobremos un hor- ror elerno contra esta culpa: á lo menos temamos incurrir en ella, por los tremendos castigos con que Dios ha humillado á los sober- bios. Mas esta era cabalmente la materia de la SEGUNDA PARTE. El Espíritu Santo en las palabras del tema que propuse en el principio, no solo dice que la soberbia es el orígen de todos los pecados , como vosotros lo habeis visto demostrado: añade tambien: que el soberbio será colmado de maldiciones, y que perecerá eler- namente en el fin de su infelicisima vida: Qui lenuerit illam, adim- plebitur maledictis, el subertet eum in inem. Apenas se halla verdad mas firme, y frecuentemente repetida en las divinas Escrituras, que ésta, decia San Agustin: Dios resiste á los soberbios. (1) Suba el soberbio hasta tocar con su cabeza en las nubes; póngalas luego de- bajo de los piés; y caminando mas arriba, llegue hasta el cielo: desde allí será arrojado, dice el Santo Job, y quedará al fin igno- miniosamente convertido en un inmundo estercolero. (2) Y es la razon: porque los otros pecados buscan las tinieblas, se ocultan a los ojos de las gentes, se retiran como á cuarteles de invierno, quisieran que no los vieran, ni el mismo Dios, si esto fuera posible, y solamente dañan al prójimo, 6 á sí mismos: por eso un ladron, (1) Nulla est fere pagina sanctorum librorum, in qua non sonet, quod Deus superbis resistis. (S. August. lib. de Doctrina christiana.) (2) Si ascenderit usque ad caelum superbia ejus et caput ejus nubes tetigerit: quasi sterquilinium in fine perdetur.(S. Job, e: XX, v. 6. et7.)'
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