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EUNTRA LA SOBERBIA. 495 das partes hacerse el objeto de la atencion y envidia de todos: Quisiera que todos le alabasen: que todos eonociesen su nobleza, sus riquezas ó su hermosura; y cuando los demas no le alaben, ni piensen en eso, ellos y ellas se alabarán á sí mismos, fastidiando á todo el mando con la repeticion de sus gracias, y aun llegarán á alabarse del mal que hayan hecho, de los pecados que havan eo- metido con menosprecio formal de la santa ley de Dios. Y tfinal- mente cuando por una presunción insufrible se cree capaz de todo, y que nada escede sus fuerzas, se mira el infeliz soberbio sumer- gido delante de Dios-en una inmensidad de pecados, que han pro- ducido ensu alma la ambicion, la vanagloria, la alabanza de «sá mismo; y.la nécia presuncion; siendo lo mas deplorable; que no conoce, ni llora, nise enmienda de estos desórdenes de su alma, antes losaumenta con los desórdenes del cuerpo. Para daros desde luego una pronta idea de esta verdad, es- cuchad lo que cuenta Galeno en el tratado que compuso de las en- fermedades del alma y sus remedios. «Vi, dice, un jóven quo »corria con grande precipitación para abrir una puerta con una »llave, que llevaba en la mano, pero aconteció, que cuanto él mas »prisa daba, y mas esfuerzos hacia para abrir, tanto mas se em- »barazaba la lHnye dentro de la cerradura: «esto le. enfureció de »suerte, que sacando la llave, la mordia con los dientes: daba en »la puerta fieros golpes con los piés: se volvia irritado contra el »cielo, y prorumpia en escandalosas blasfemias contra los dioses, »arrojando por la boca grandes porciones de espuma, y «maniles- »tando en el semblante y en los ojos tanto furor y tanta rábia, que » parecia un lozo desatinado, ó un hombre poseido del demonio, » Este espectáculo, añade Galeno, me hizo concebir tanto. horror » contra este vicio, que no me acuerdo desde entonces que me ha- » ya dejado dominar de la soberbia.» Oh Dios. eterno é ¡inmortal! esclamaré yo ahora, lleno de una saludable confusion. Si la vista de los desórdenes corporales de un soberbio produjo en un gentil tanto aborrecimiento á este pecado, cuánto deberá producir en nosotros la vista de los infinitos desórdenes del espiritu, que por la:soberbia se cometen contra Dios. contra el prójimo y contra nos otros mismos? Cuánto aborrecimiento debemos tener á este pecado que nos hace jactanciosos, enemigos de la paz, ambiciosos y lle- nos de presuncion? A este. pecado, que llena de litigios los tribu- nales, de inquietudes las familias, de escándalos los pueblos, cons- tituvéndonos en la clase de aquellos hombres turbulentos; quime-

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