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CONTRA LA SOBERBIA. 491 inferiores. Dadme ua hombre humilde , y le vereis modesto en el vestido, dulce en sus palabras, religioso en susacciones, irrepren= sible en sus costumbres; cuando el soberbio hinchado el corazon, enfurecido el semblante, centelleando los ojos, desentonada la voz, y sin arreglo en las acciones, demostrará en sus discursos, en-sus vestidos y en sus-obras una vanagloria, una fantasía y jue= tancia, y una presuncion verdaderamente aborrecibles á Dios v' 4 los hombres. No lo dudeis, oyentes mios: esta madrasta de las vir= tudes, como la llama San Agustin, (4) este principio de todo error, esta puerta del infierno: digámoslo de una vez, esta soberbia es la causa de tantas desventuras. Pero cuando las Santas Escrituras, las historias de los antiguos tiempos, y las razones mas incontrastables no demostráran esta verdad, nosotros mismos como testigos de vista por nuestras mis- mas evidencias la confesariamos. No estais viendo que todos las desórdenes quese cometen contra Dios, contra el prójimo, y con- tra nosotros mismos, proceden de esta raiz emponzoñada de la so- berbia? Sí, cristianos : vosotros lo veis, pero no habeis reflexiona- do bastantemente sobre esta importante verdad, y parecejusto de- senvolverla con alguna mas estension. Confieso en obsequio de la verdad , que las blasfemias, los ju- ramentos é imprecaciones que se arrojan contra el cielo, contra Dios, la: Virgen Santísima y. los santos, no se oyen en las gentes de honor y buena crianza, á quienes una cristiana educacion les ha hecho cobrar un justo horror á este abominable pecado; pero asi como confesamos esta verdad , tambien aseguramos como un hecho indisputable , que en las gentes de baja esfera es este vicio tan:co- mun, tan universal y escandaloso, que no alcanzan para desarrai- garle consejos, sermones , reprensiones, ni aun castigos. Domina- dos de esta soberbia, y. enfurecidos interior y esteriormente, se yuelven contra el cielo, blasfeman contra el Altísimo y divinisimo Dios, y como si estuviesen poseidos del demonio, maldicen á su Criador, maldicen á María Santísima, votan y juran por los santos del cielo, como si fueran habitadores del abismo, y hubieran apren- dido el idioma escandaloso de aquel reino del espanto. Hombres impíos! Mujeres abominables! contra quién levantais vuestra voz, y alilais vuestras lenguas de serpientes? Polvo despreciable, gusa (4) - Superbia est noverca virtutum: mater vitiorum : porta infer- si... (S. Agust. serm. ad Frat.
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