BCCSAL000549-A-09000000000000
Y FALSA DEVOCION. 481 gúrar que no hay personas en el mundo de tan poco entendimiento, ni de tan relajadas y corrompidas costumbres, que no estimen y respeten en lo interior de su alma á un hombre que sabe ser fiel al cumplimiento de su-obligacion, inflexible en lo que mira á «su obligacion, dirijido y gobernado en todo por el cumplimiento de su obligacion. Un hombre de este carácter imprime veneracion; y ninguno, por mas que le pese , se puede negar á honrarle. No lo dudeis, oyentes mios: los verdaderos devotos piensan y piensan bien, que su devoción consiste en cumplir exactamente sus obligaciones. Para con Dios, con un espiritu de verdadera religion: para con el prójimo, con un espíritu de verdadera caridad; y para consigo mismos, con un espiritu de verdadera mortificación: ésta sujeta sus pasiones, doma sus apetitos, y los mantiene hu- mildes , sóbrios, modestos, y aplicados á su ofició y ministe= rio. La caridad los hace útiles á sus prójimos con sus consejos, sus buenos ejemplos y sus limosnas, para aliviar sus necesida- des temporales y sus trabajos espirituales. Y la religion los lle- va á adorar al Omnipotente en sus santos templos, á frecuentar devotos la oracion, á recibir fervorosos los Sacramentos , á procu- rar la gloria de su divina Majestad, y la exaltación de su santo y terrible nombre , para que no sea ofendido de las criaturas. Este fué siempre el camino de los justos: esta la ruta de los santos: por aquí han caminado todos cuantos logran la posesion de la feliz bien- aventuranza. J).as virgenes, los confesores, los mártires , los após- toles, los patriarcas, los profetas, todos se salvaron por el exacto cumplimiento de sus obligaciones para con Dios, para con el pró- jimo y para consigo mismos. Por mas dulces, por mas amables que les fuesen las horas destinadas á sus piadosos ejercicios, se in- terrumpian en el momento mismo que su obligacion los necesitaba. El Santo José apetecia con las mas vivas ánsias de su corazon te- ner siempre en sus brazos al dulcisimo Niño Jesus; pero como la obligacion al trabajo le llamaba para la manuntencion del mismo Hijo y Madre Santísimos, le dejaba, aunque con dolor, en los brazos de la Virgen, para aplicarse en su taller al despacho de las obras que le habian encomendado. Dulcisimos é inesplicables eran los consuelos que en la oracion recibia de Diosla misma Vírgen Ma ría; pero cuando las ocupaciones domésticas la necesitaban. cuando su aplicacion á la labor era precisa por la ancianidad y enfermedades de San José, sabia muy bien la Virgen trasnochar con la almoha- dilla y la aguja en las manos, porque esta entonces era su obliga-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz