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480) SOBRE LA VERDADERA nes, sino que tambien hallaban en esto su mismo placer y gusto. No ignoro que el Evangelio nos intima una mortificacion contínua; pero tambien sé que hay una cierta quietud de alma, un cierto gusto interior, que comunica la verdadera devocion , y nos le hace hallar en la práctica y cumplimiento de nuestras obligaciones. Porque, piense como quisiere la libertad y el desórden, siempre es de suma utilidad el cumplir con zu obligacion, porque hacién- dolo así, aunque se tuerzan las cosas , aunque los sucesos no cor- respondan , aunque todo se trastorne, siempre le queda á una al- ma piadosa y recta este grande consuelo y firme apoyo: hice lo que debia, cumplí con mi obligacion. Que se conjuren todos contra mí, que se imaginen ofendidas muchas personas, que se burlen y rian del mal suceso de esta ó la otra dependencia, siempre queda en el corazon este consuelo y alegría: cumplí con mi obligacion, hice en este particular lo que debia hacer. Bástele á un hombre de bien este pensamiento para asegurarle contra todos los discursos y calumnias y contra todas las desgracias que le sucedan; porque por triste y desagradable que sea lo que le suceda, se vuelve siempre á esta grande y admirable máxima, que jamás se aparta de su memoria, y que le dá una constancia incontrastable : yo he hecho lo que es de mi obligacion. Y si sale bien lo que ha emprendido, tiene tanto mas puro y sensible placer, cuanto sabe que no ha logrado la empresa sino por medios honestos, y cumpliendo con su obligacion. Qué placer mas puro, qué alegría mas digna de una alma racional! Ultimamente dije que los verdaderos devotos se conciliaban la estimacion y honor para con el mundo. Porque aunque es propio de la humildad cristiana huir del esplendor, y no solicitar jamás la estimacion de los hombres por impulso de soberbia y vanidad; pero no condena por eso el cristianismo, que tengamos un razona- ble cuidado de nuestra reputacion en lo que mira á la integridad y rectitud de conducta. El Espíritu Santo nos manda tener cuidado con nuestro buen nombre, cuando nos dice: Curam habe de «bono nomine. (1) Y lo que nos acarrea esta buena reputacion , á que de- bemos aspirar hasta cierto punto, es el ser puntuales y exactos en el cumplimiento de nuestras obligaciones. Se halla hoy el mundo muy corrompido, porque está lleno de gentes sin fé, sin religion y sin verdad; y para decirlo mas claro, está lleno de embusteros, de impíos, de perversos y malvados : sin embargo , me atrevo á ase- PR - Mi) Eccli. e. LXI, y. 13.

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