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SOBRE EL GENIO. 467 para dejar vuestras soberbias, vuestras iros, maldiciones, enemiss tades y escándalos : á conocer y. vencer vuestro génio-,jastos-y pecadores , ó: despedirse todos de le gloria Regnum celorum vil patitur. O reprimir-el génio ,-6- prepararse “pará arder: eterna mente. Pero si pensais en ser felices para siempre , si pensaism salvaros, venid , entrad por el camino de vuestra salvacion , que es el dolor , las lágrimas y la penitencia : venid á los piés de Je- sucristo crucificado : imitad el arrepentimiento de la Magdalena, y sereis como ella perdonados: venid, que el mismo Dios os aguarda , él mismo con los brazos abiertos os espera. Oh Dios mio! Oh amable Redentor de mi alma ! Qué ceguedad tan lamentable era la mia! Qué velo tan espeso cubria mi entendi- miento para que yo no viese las verdades como ellas son * Yo pe- leaba por vencer mis vicios, sin contar entre mis conquistas el vencimiento de mi génio, y á breves dias mi génio me sumergia en los vicios. Queria vencer la deshonestidad sin ceñir con los límites de la modestia y el retiro mi génio festivo y galante , y en breve tiempo : ay de mi! este mi génio me tenia sumergido en el lodo de la brutal pasion. Queria vencer la soberbia sin conocer la altivez de mi génio pronto y orgulloso, y á la primera ocasion saltaba el génio, y me manifestaba soberbio. Queria triunfar de la pereza sin vencer primero mi génio amigo de las propias como- didades del cuerpo, y tratando de cuidarme demasiado , me que- daba siempre perezoso. Válgame vuestra gracia, omnipotente Dios mio | Cómo era yo tan nécio , que pretendia cumplir las obli- gaciones de mi estado sin violentarme, las obligaciones de la so- ciedad civil sin vencerme , y las obligaciones del cristianismo sin hacerme fuerza? Cómo queria mantener la verdadera paz con mis prójimos , juzgando inícuamente sus acciones , teniendo por vicios sus virtudes , y no sufriendo con paciencia sus debilidades? Ya gracias á vuestra misericordia me lo habeis dado hoy á conocer. Pero Dios mio, de qué me sirve conocerlo, si no me resuelvo á practicarlo? Mayor será mi condenación sin duda alguna , pues ya no peco de ignorancia sino de pura malicia. Es posible que yo confiese esta verdad, y no muera de dolor ? Qué yo puedo carecer de la hermosa vista de mi amable Jesus por toda la eternidad. por no conocer mi génio, por no vencer mi génio? Sí, alma mia. puedes temer el condenarte por no juzgar con equidad , manejar con caridad , y sufrir con paciencia el génio de tus prójimos. Re- solvámonos, pues, alma mia, á llorar lo pasado, á enmendaros en
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