BCCSAL000549-A-09000000000000

SOBRE EL GENIO. ¿65 esta honesta comunicación, y esta mútua sociabilidad. Peto en esto, cuántas ocasiones se presentan de vencer muestro génio , turbar la paz y buena armonia con el prójimo ? Quién ignora que hay unos génios tan habladores, que despues de fastidiarnos con un torbellino de palabras, nada dicen; ni dejan decir á los demas? Qué violencia no se necesita para no desazonarse con estos molj= nos de viento ? Otros tienen un génio vano y presuntuoso , que en nada se entretienen con mas gusto que en contar las hazañas de sus mayores, la nobleza de su nacimiento, y los entronques y én- laces de su familia. Otros son escesivamente ceremoniosos , obser» vadores exactísimos de la etiqueta, que á la mas ligera falta: de este género se hacen insoportables é insufribles.. Otros son de un génio satírico y maligno, que se complacen en dar chasco (como vulgarmente se dice, y hallan sus delicias en llenar de vergilenza y confusion á sus prójimos. Otros... pero yo no acabaria jamás si bubiera de nombrar todos los génios diferentes qué hay en el mundo. Suplid vosotros con las luces de vuestra esperiencia lo que yo omito por no hacerme interminable. Pero decidme, qué eósas no sucederian en el mundo si cada uno no vencierá sú propio gé- nio? Qué muertes tan atroces? Qué pendencias tan sangrientas? Qué robos tan abominables ? Si cada uno no tratáse de yencer $u propio génio , seria otra cosa el mundo que un espantoso caos de confusion y desórden? Se lomentarian los pleitos mas injustos , se infamarian las familias mas respetables , se motivarian los ódios mas inveterados , se causarian los mas ruidosos escándalos. Si cada uno no tratase de vencer su génio, habria en el mundo mas que matrimonios divorciados, adulterios sin número, hijos sin shje- cion, hijas sin recogimiento , criados sin instruccion , súbditos sin obediencia , y hombres y mujeres abandonados á todos los desór- denes mas estrepitosos y esegrables? No lo dudeis, oyentes mios: es necesario vencer el propio génio no solo para llenar dignamente las obligaciones del estado, no solo para cumplir los deberes de la vida civil, sino tambien para satisfacer las obligaciones de la re. ligion y el cristianismo. Grandes y muy esenciales son las obligaciones de un cristiano; pero abreviaremos en la manifestacion de esta verdad , ciñéndola en pocas cláusulas prácticamente. Cuánta violencia no tendria que hacer á su génio ún hombre indolente, poltron y perezoso para sujetarse á tantas observancias. mandadas por el Evangelio, que se suceden perpétuamente unas á otras, y cuya omision seria un cri 30

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz