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454 labrilla los alarma ; pero son por lo comun semejantes al relámpa- go, que apenas se enciende cuando se apaga. Hay génios impe- tuosos y atolondrados, que obran sin prudencia y sin reflexion, pero carecen de especial malicia para dañar. Hay génios débiles, tímidos y espantadizos, que la menor sombra se les figura una montaña, y son nada á propósito para las obras heróicas del servi- cio del Señor. Hay génios taciturnos , sombríos y melancólicos, enemigos de la humana sociedad, y que jamás contribuyen á un placer honesto, y á un inocente esparcimiento. Hay génios alegres y risueños , que con cualquiera bagatela se divierlen, y que con dificultad se aplican á los asuntos sérios: hay génios tercos é irre= ducibles en sus caprichos , con quienes nada se adelanta con el agrado , ni con el terror. Y hay, finalmente , génios tan fáciles, felices y ricos , corazones tan bien formados, y almas tan precio- sas, que parece se han unido para sacarlos perfectos la naturaleza y la gracia; y casi nada dejan que hacer á la educacion. Todo debe conocerlo el hombre. El estudio del hombre sobre sí mismo y sus prójimos , es mas necesario que lo que comunmente se piensa. Vos, Dios mio, que lo conoceis todo y sabeis los innumerables pecados que se cometen por no gobernar debidamente los génios propios y estraños, dad á conocer esta grande verdad á mis oyen- tes, mientras yo, en vuestro nombre santo y terrible, les hablo del asunto. Dichosos ellos si practicasen mi doctrina ; pero infelices y desgraciados si la desprecian. Por el dulcísimo y preciosísimo génio de María Santísima vuestra madre os suplicamos nos conce- dais esta gracia, para que todo ceda á mayor gloria de. vuestra Majestad y salvacion de las almas. SOBRE EL GEMO. PRIMERA PARTE, No puede negarse, oyentes mios, que hay corazones tan bien formados y almas tan preciosas, que la naturaleza y la gracia, como he dicho, parece que convinieron en formarlos para gloria de la sociedad cristiana. Nada hallamos en su teatro que nos sea per- judicial ó enojoso. Alegres sin disolucion, generosos sin malicia, caritativos sin interés : ellos se compadecen de nuestras desgracias sin bajeza, sufren nuestros defectos é imbecilidades , como las llama San Pablo , sin autorizarlos , y llenos de candor , paciencia, dul-

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