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SOBRE LOS PELIGROS car en sus amigos un espíritu enteramente subordinado á las ver- dades de la fé, si no pretende en breve perder él mismo la religion cristiana que profesa. No hay verdad mas altamente impresa en las Santas Escrituras, ni que con mas frecuencia evidencie la es» periencia, que el que una persona se hace buena, irreprensible y santa, tratando con personas santas ¿ irreprensibles; y se hace mala, perversa y abominable, tratando con personas abominables y perversas: Cum sanclo sanctus eris..... el cum perverso perver- teris. (4) Pero cuando el Espíritu Santo no lo asegurase, una pe- queña reflexion sobre la naturaleza de la amistad lo demostraría. Porque la amistad consista en la union de dos voluntades ó dos co- razones, es imposible que permanezca largo tiempo sin la union de los espiritus, y sin la uniformidad de unos mismos pensamientos. Quién si nó, decidme, precipitó á los ingratos israelitas á hacer uná monstruosa alianza del culto debido al verdadero Dios con e] culto de los idolos? Quién los llevó á poner un incienso sacrilego sobre los altares, levantados para la supersticion? Quién los sumergió en la idolatría, que atrajo sobre ellos. la cólera del Omnipotente? Los libros santos no les prohibian el comercio y amistad con las naciones idólatras y estranjeras? Sí, señores: el mismo Dios les decia á ellos lo que yo digo á vosotros : no tengais comercio, no tengais amistad con los enemigos de mi nombre y de mi culto. Ín- sensatos! Ellos menvspreciaron la voz de Dios, y mezclándose con las naciones estranjeras, cayeron en la irreligion, se olvidaron del Dios de Abrahan, Isaac y Jacob, y vinieron á ser justísima= mente lastristes víctimas de la divina indiguacion. Felices nosotros, amados mios, si no pudiéramos traer pruebas de mi proposicion mas que de los siglos antiguos, y entre las naciones estranjeras; pero ay! que el mismo cristianismo nos las ofrece abundantísimas. Per- donadme el dolor que os causé el traeros á la memoria aquellos in- felices tiempos en que inundada España de los herejes arrianos y otros enemigos de la verdadera fé católica, se veian cada dia cai- das lamentables de los cristianos, que abandonando la fé de sus pa- dres y sus mayores,-se pasaban al partido de los sectarios: wa amigo hereje conducia á su amigo á la herejía: una mujer seducia ásu marido, un esposo engañaba á su esposa : un padre á-su hijo: un amo á un criado; y los comercios, tratos y amistades de unos pon otros eran el orígen emponzoñado de todas estas desventuras. (1) Psal. XVIL, y, 26 0127,
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