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ci ici Ta 436 SOBRE LOS PELIGROS amistad humana, porque quiea la forma es la razon, y se halla es- tablecida sobre tres bienes de que es capaz el hombre, y son: bié- nes útiles, bienes deleitables y bienes honestos. El bien útil for- ma las sociedades y compañías entre los hombres , los cuales , por medio de la agricultura, las artes y el comercio, mantienen los reinos y los estados, y los proveen y socorren en sus necesidades. El bien deleitable pero honesto es el que forma la amistad entre las personas que cultivan las bellas artes, como la elocuencia, la filosofia, las matemáticas y otras semejantes, que tienen por fin servir al hombre, y darle un moderado contentamiento; á que de- ben contribuir las virtudes morales para que no sea desarreglado y vicioso: que por eso con advertencia añadi al bien deleitable lo ho nesto, para separar de toda buena amistad el bien puramente de- leitable que buscan las personas viciosas en los juegos, en los bai- les, en los teatros y en el desarreglo de los apetitos y pasiones. La tercera y última especie de amistad de que trataremos en este ser- mon, se llama amistad cristiana, y esta no solamente es honesta, sino santa , y un medio escelente de perfeccionarse en “la santidad. Fúndase sobre las virtudes cristianas y sobrenaturales, sobre los dones y gracias del cielo, de que están adornados aquellos que ele- gimos por amigos y cuya comunicacion y amistad nos es de un gran socorro para adelantarnos en lu virtud. Los mayores santos han tenido sus amistades particulares. Mi padre San Francisco la tuvo muy íntima con San Antonio de Pa- dua, á quien llamaba su obispo: San Juan Crisóstomo la tuvo muy estrecha con San Basilio: San Agustin con San Gerónimo: San ll - defonso con San Isidoro ; y el mismo Jesucristo, Santo de los San- tos, tuvo una amistad muy íntima y estrecha, con el Evangelista San Juan. Dichoso el hombre que halla un amigo semejante! Ob, para hablar con las palabras del Espíritu Santo, bienaventurado el que encontró un amigo verdadero! Bealus qui invenit amicum, verum. (4) La amistad mundana y la amistad cristiana tienen: muy «dife- rentes caractéres que las distinguen. La amistad mundana tiene por fundamento la hermosura, la riqueza, el génio agradable, y otras ventajas como estas; pero la amistad cristiana tiene por fun- lamento la virtud. La primera ciega el espíritu, y corrompe el co- razon: la segunda hace dulce la vida, y es el placer mas inocente, (1) Eccli. c. XXV, v. 12.
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