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o e 404 SOBRE EL MODELO haber ofendido á Dios. Pero qué, direis vosotros, son las lágrimas esenciales para una verdadera conversion? No, señores. Ni son esenciales, ni condicion absolutamente necesaria. Puede haber verdadera conversion sin lágrimas, y puede haber lágrimas sin verdadera conversion. Hay lágrimas de flaqueza, hay lágrimas de soberbia, hay lágrimas de hipocres ía , y hay lágrimas de deses- peracion : todas estas lágrimas, y cuantas provienen de motivos puramente naturales, en nada contribuyen á una verdadera con- version; pero las lágrimas que traen su orígen del conocimiento de las culpas, y de la ofensa que se ha hecho contra un Dios imfi- nitamente amable , aunque no sean esenciales al amor penitente, son signos, son indicios, son argumentos, y fieles compañeras del dolor. Y ciertamente los profetas jamás hablan de verdadero arrepentimiento sin hacer mencion de los suspiros y lágrimas : Jn fletu etin planetu. (4) Los Santos Padres nos aseguran con San Am- brosio, que si queremos conseguir el perdon de los pecados, de- hemos llorar y lavar con lágrimas nuestras culpas: Si veniam vis mereri , dilue culpam lacrymis. (2) Los ejemplares de verdaderos penitentes que la Santa Escritura nos presenta en David , en Ece- quías, Manasés , San Pedro y otros, todos nos los representa anegados en lágrimas. No son esenciales para la conversion , pero no dareis un penitente verdaderamente arrepentido sin ellas. Y vuestras lágrimas, amados mios, despues de tantos pecados , qué se han hecho? Vosotros llorais inconsolables un disgusto que os dé, un pleito injusto que os pongan, la pérdida de vuestra hacienda, la falta de un protector que os favorecia. Brotan vuestros ojos tor- rentes de lágrimas con la muerte de un hijo, de un padre, de una madre, de una esposa , de un marido, y tal vez de un cómplice infame de vuestros desórdenes. Pasais los dias y las noches con -el mas triste llanto por las pérdidas de la tierra ; y no encontrais una lágrima para llorar la pérdida úe vuestra inocencia , la muerte de vuestra alma, la esclavitud del demonio y la enemistad de Dios? Quedais hechos por el pecado el horror del cielo, el oprobio de la tierra, y la presa del infierno, y cuando tantos bienes perdidos y males adquiridos debieran arrancar de vuestros corazones los mas profundos suspiros, y de vuestros ojos las mas perennes lágrimas, se os vé serenos, tranquilos , y con unos corazones empedernidos? (1) Joel, c. HL, y. 12. (2) S. Ambr. lib. 12 in Luc.
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