BCCSAL000549-A-09000000000000
DE LA PENITENCIA. 310 ilustre penitente: Mulier que erat in civitate peceatriz. (1) La aten- cion que debemos poner en su conversion, no nos permite dis- traernos con la memoria de sus miserias. No busquemos el ídolo del siglo á presencia de sus perennes lágrimas, ni mezclemos el incien- so que ella recibió de los mundanos en algun tiempo, con el pre- cioso bálsamo que derramó á los piés de Jesucristo. Detengámonos solamente en representar con viveza su dolor, sus lágrimas, su penitencia: tomémosla por modelo, y tratemos eficazmente de imitarla. Toda penitencia, si es verdadera , consiste en tres indispensa- sles obligaciones. En la manifestacion que se hace de la culpa: esto se llama confesion. En el dolor que se concibe por haber ofendido a Dios: esto se nombra contricion. En la reparacion de los males que ha causado el pecado; y esto se dice satisfaccion. No lo dudeis. amados mios: todos los que han ofendido á Dios, deben, para re- cobrar su gracia, tener un dolor verdadero, universal, sobrenatu ral y sumó : deben hacer una confesion entera de sus culpas, y deben satisfacer por ellas con frutos dignos de penitencia. La Mag- dalena, no solo cumplió estas tres obligaciones , sino que con sus lágrimas añadió una humilde confesion en la manifestacion de sus culpas, que la hizo mas saludable: una estraordinaria sensibilidad en el dolor, que le hizo mas vivo; y un santo fervor en la satisfac- cion, que la hizo mas pronta, y mas completa: comprended estas verdades sin equivocación. Cuando yo digo que la Magdalena añadió con sus lágrimas una humilde confusion á la manifestación de su pecado, no lo debeis entender de aquella confusion ó verguenza natural que perece con la inocencia y renace con los remordimientos de la culpa: que es muy débil para impedir el pecado; pero muy poderosa para retraer de la confesión : aquella vergitenza, á quien el Espírita Santo lla- ma mala, criminal y funesta: Et confusio aducens pecealum. (2) Yo hablo de aquella vergitenza sobrenatural, á quien el mismo divino Espiritu reconoce por santa y meritoria: Et est confusio adducens gratiam, et gloriam. Aquella verguenza que trae su orígen del horror del pecado, y del ódio que el pecador le tiene , y del santo aborrecimiento que concibe contra sí mismo, y que le obliga á ma- nifestarse pecador , primero en el fondo de su corazon con un exá- 1) $. Luc. c. VHI, y. 37. (2) Eccle. c. IV, yv. 25.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz