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394 SOBRE LA RESURRECCION muchos santos despues de sepultados por centenares de años. De un San Ubaldo, obispo Eugubino; de un San Claudio, arzobispo Visuntino; de un San Sigiberto , rey de los francos; de un San Narciso, obispo de Gerona ; de un San Diego de Alcalá, de una Santa Teresa de Jesus , de mi seráfico padre San Francisco, y de otros innumerables, que unos pasan de doscientos años , otros de quinientos , y algunos de mas de mil años, permaneciendo ínte- gros , incorruptos, y de un olor suavísimo y delicioso. En esta verdad nos corroboran San Dionisio Areopagita llevando su cabe- za en las manos despues de degollado: San Urso y San Victor degollados con otros setenta compañeros , y arrojados al rio, del cual salieron por sí mismos , llevando cada uno su cabeza cortada en las manos , y asi caminaron hasta el sitio en que se les edificó su Iglesia, en donde se pusieron todos de rodillas, y estuvieron el espacio de una hora en oracion, viéndolo y admirándolo los cir- cunstantes antes de enterrarlos: San Lamberto, que anduvo asi- mismo cuatro mil pasos con su cabeza en las manos hasta el lugar en que descansaban los cuerpos de otros mártires, y entonces dijo: Exultabunt Sancti vin gloria ; y respondieron los muertos: £t lata- buntur in cubilibus suis. San Estanislao , obispo de Cracovia, sa= cando vivo del sepulero á aquel Pedro que habia tres años que es- taba muerto, para que declarase delante del rey Boleslao la legiti- midad del contrato que con él habia hecho, comprándole en el pre= cio justo el campo para su Iglesia. Santa Inés y Santa Eugenia apareciendo á sus madres rodeadas de resplandores de gloria, y encargandolas que no las llorasen como muertas , porque vivian y reinaban con Cristo en el cielo. Santa Leocadia levantándose viva del sepulcro en presencia del rey Recesvinto y su córte , para dar las gracias á San lidefonso ea nombre de María Santísima, cuya perpétua virginidad habia constantemente defendido y predicado. Santa Rosa de Vitervo.... Pero para qué será hacernos intermi- nables con la enumeración de tantos y tan grandes prodigios que confirman y corroboran nuestra fé de la resurrección ? (1) Creá- gero, quod me propter Dominum meum docuit mortem non timere. Cur autem non honorent corpus illud fideles , quod reverentur el de- mones? Quod , el affizerunt in supplicio, sed glorificant in sepulcro. Honore itaque corpus, quod Christus honoravit in gladio, quod cum Chisto regnavit in celo. ($. Ambros. in funerib. SS. Nazar. et. Cels.) (1) Vide Cornel. Alap. in Comment. sup. Ezechiel Proph. fol. 937 c. XXXIL

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